Cuando Paul McCartney tocó en la Ciudad de México, primero en 1993 y luego en 2002, Ibero 90.9 FM aún no existía; el primer evento del Beatle vegetariano que cubrió nuestra estación fue el del 27 de mayo de 2010 en el Foro Sol. Ahora, con motivo de su próxima visita el 14 de noviembre de 2023, volvemos a publicar la crónica del concierto que apareció en el sitio original de Ibero 90.9 y que se perdió con el cambio de dominio. Que la disfruten y, quienes estuvieron ahí, que tengan buenos recuerdos.

Paul McCartney en el Foro Sol

Jueves, 27 de mayo de 2010, 21:00

Cuando los Beatles estaban en su apogeo, a alguien se le ocurrió decir: "Paul está muerto"; después de haber presenciado el concierto que este mítico personaje ofreció el jueves 27 de mayo en el Foro Sol, a todos nos quedó claro que Paul no sólo está vivo, sino que es poseedor de una vitalidad que le durará aún por mucho tiempo, a pesar de que este 18 de junio cumplirá 68 años.

Hemos visto decenas, tal vez cientos de veces, episodios de archivo sobre la beatlemania y la histeria colectiva que se generaba entre su público en la década de los sesenta; esas escenas ahora nos parecen lejanas, como algo documentado antes de que naciéramos; ayer tuvimos la oportunidad para hacer desaparecer esa distancia física y temporal, para hacer a un lado cualquier pose de actitud imparcial, de críticos ocasionales o aspirantes a reporteros, y de dejarnos llevar por ese furor, de gritar, de cantar, de ser parte de la historia.

Momentum

Sin duda, el momento más especial de la noche se dio cuando Paul dijo en español: "Voy a cantar esta canción en memoria de mi amigo George" y acompañado de un ukelele comenzó "Something" –pieza de Harrison contenida en Abbey Road– mientras algunas imágenes de Paul y George aparecieron en la pantalla de fondo… instantes después, la canción evolucionó a la famosa versión completa, con todo y su clásico solo de guitarra eléctrica, gracias a la participación de la banda sobre el escenario. Las lágrimas abundaron, pero no por la tristeza de un George desaparecido, sino por la calidez de la manifestación de una amistad sincera. Un momento que rebasa cualquier experiencia que se haya tenido en un concierto en vivo, potenciado por la relevancia y trascendencia de los dos personajes en cuestión.

Extravagante

Como buen rockero, se apoyó en los clásicos efectos indispensables de un espectáculo de esas proporciones: pantallas gigantes, juegos de luces, imágenes del Rockband… hasta que en "Live and let Die" todo llegó al éxtasis: lanzallamas gigantes sobre el escenario, fuegos artificiales en el cielo y una edición de imágenes a un ritmo vertiginoso, respaldaron la energía de uno de sus grandes clásicos. En definitiva, el clímax que se esperaba.

Lamentable

Después de haber estado presente en un evento de esta magnitud, uno piensa que la alegría le durará para siempre, pero la difícil salida del recinto termina doblegando el ánimo del más pintado. Una hora después de que se encendieron las luces, los automóviles seguían tratando de salir del embotellamiento dentro del estacionamiento del Autódromo, mientras que, quienes llegaron en metro, sufrían buscando transporte colectivo. Habría que optimizar la logística y buscar maneras de apoyar a los asistentes para que tuvieran más alternativas, pues los altos precios de los boletos deberían garantizar transporte suficiente y a precio razonable. La mejor opción de transporte público eran unos microbuses que partían del Foro y cobraban $20.00 por persona, aunque estaban a reventar.

Moraleja

Es cierto, en el escenario estaba únicamente Paul, pero podía sentirse el espíritu de los cuatro.

Repertorio

Paul McCartney perteneció a los Beatles, pero también ha prosperado en su carrera solista, más una buena discografía con Wings y un proyecto llamado The Fireman, lo que le otorga un repertorio interminable de composiciones, de las cuales ayer presenciamos tan sólo una muestra pequeña, pero suficiente para llevarlas con nosotros por siempre. Las casi cuarenta canciones que interpretó ahora son nuestras. Como extra, dedicó un pequeño estribillo en agradecimiento al juego de luces con los encendedores.