Un cuento de Ogai Mori que anticipa el terror

Un cuento de Ogai Mori que anticipa el terror

Puede que la literatura clásica japonesa haya usado la ficción a lo largo de la historia, pero siempre se ha destacado por describir la cruda realidad de su país y del mundo.  Centrándonos exclusivamente en la primera mitad del siglo XX, y dejando de lado por un momento los temas controversiales que los escritores nipones se atreven a abordar, como el suicidio, la sexualidad o el asesinato, políticamente hablando son incluso similares a sus contrapartes latinoamericanas en lo que respecta al uso de la ficción y la fantasía para criticar ideologías o regímenes políticos, y también en lo que respecta al uso de metáforas y alegorías fantásticas.

Japón siempre fue un país aislado; un país que se cerró a la conquista e influencias de occidente, por lo que la censura fue algo constante incluso antes del periodo Edo en 1603, cuando comenzó un proceso de limpia de la occidentalización y la búsqueda de ideales nacionalistas.

Este periodo es importante justamente porque el rezago y la censura causaron que Japón quedara atrás en tecnologías, en ideologías, y en conocimiento traído de otras partes del mundo, y por ende, causó que en 1868, tras la restauración Meiji, Japón fuera expuesto inmediatamente a los casi 300 años de rezago cultural. Los intelectuales japoneses inmediatamente tomaron profundo interés en ideologías de tintes socialistas, lo que causó una tensión entre los intelectuales minken, quienes eran liberales, y los kokken, quienes eran nacionalistas y creían que Japón seguiría mejor alejado de influencias de Europa. Esta tensión dio fruto a que muchos escritores crearan textos deliciosamente jugosos, y que pudieran hablar de temas como el anarquismo y el socialismo bajo un  aura de presagio a la censura más estricta, la cual, finalmente llegó en el periodo Showa en 1926 cuando el gobierno comenzó a perseguir tales ideologías. Uno de aquellos escritores preocupados por el tenso clima intelectual y político, fue Ogai Mori.

Ogai Mori es uno de los más prolíficos escritores japoneses del periodo Meiji. 

Ogai Mori nació un poco antes de la restauración Meiji y murió un poco antes del inicio del periodo Showa, por lo que su obra se encuentra atrapada en este limbo de presagio a la censura. A pesar de servir como cirujano del ejército la mayor parte de su vida, presenciando así sucesos como la guerra Ruso-Japonesa y la guerra Sino-Japonesa, Mori tenía un profundo interés en la literatura y tradujo múltiples libros, entre los cuales se encuentran escritos de Goethe y Andersen, además escribió sus propios textos en los que trató de reflejar el nuevo vínculo Japón-Europa, narrar sus experiencias en la guerra, y también representar los sentimientos que causaban las nuevas ideologías occidentales entre los nipones y entre el mismo gobierno. En construcción es la antología de cuentos que recopila los escritos de tintes políticos de Mori, y en la que se encuentra el cuento La torre del silencio, que es el texto que analizaremos a continuación.

La trama de La torre del silencio es sencilla pero poderosa: Un hombre se intriga al ver una gran torre en la playa a la que están llegando carrozas de carga, y decide preguntarle al dependiente de un hotel acerca de esta. El dependiente le explica entonces que la torre tiene el propósito de albergar cadáveres de un tribu llamada Parsi, quienes han estado matándose entre ellos por causa de libros peligrosos a los que habían sido expuestos a penas recientemente.

Para alguien que no conozca el contexto de Mori o de Japón, La torre del silencio puede parecer simple ficción, pero a los que tienen un antecedente histórico sea de la época o del autor, pueden darse cuenta de que la trama de este pequeño cuento es una presentación del contexto cultural japonés y concretamente de la guerra entre los minken y los kokken. Debemos recordar que en el periodo Meiji apenas se comenzaba a incursionar el mundo de las artes occidentales a Japón y tras varios siglos de imperio otras ideologías políticas parecían prometedoras para algunos, pero también parecían peligrosas y amenazadoras de la paz para otros.

El movimiento socialista en Japón fue duramente reprimido durante el periodo Showa

 En el caso de La torre del silencio, es claro que la tribu Parsi representa a los japoneses y la torre al Japón mismo. Es interesante y casi perturbador el que la historia continúa con los mayores de la tribu prohibiendo los libros peligrosos y juzgando a los que se atreven a leerlos. Cualquiera que sea familiar con la literatura japonesa posterior al periodo Taisho probablemente sentirá un escalofrío al leer tales premoniciones, pues la censura comenzó a partir del ya mencionado periodo Showa por motivos de la guerra y fue entonces, hasta finales de la segunda guerra mundial, que las cosas se comenzaron a poner verdaderamente feas: sabemos sobre Osamu Dazai quien fue arrestado y alrededor de 1930 por su participación en el Partido Comunista Japonés, como Toshihiko Sakai, quien también fue arrestado tras colaborar para crear dicho partido, o como de Takiji Kobayashi, cuyos escritos fuertemente socialistas causaron que muriera torturado por la policía japonesa en 1933.

En general los cuentos de Mori representan una paz absurda y casi cómica, una paz vacía donde el lector puede darse cuenta del sentimiento de nerviosismo y tensión que se siente detrás, que a pesar de esto siguen siendo profundamente tranquilos y centrados en el encuentro entre oriente y occidente, pero al leer La torre del silencio uno puede notar que es una historia diferente: una historia seria, una historia que anticipa una época de terror.

Fotos en el bar Lupin, el cual fue un punto de reunión usual para los miembros de la escuela Buraiha

Por supuesto que Ogai Mori no podía leer el futuro, pero sus experiencias en los tiempos de guerra y paz, así como su testimonio de cómo Japón crecía a velocidades exhorbitantes, le formaron lo suficiente para que se diera cuenta de que la paz era temporal, y de que la ya un tanto controlada libertad durante el periodo Meiji y Taisho no podía durar mucho tiempo. Los escritores posteriores a Mori, como Ango Sakaguchi, Oda Sakunosuke o el mismo Osamu Dazai son extremadamente interesantes también, pero al leer sus textos se nota, como haciendo honor a su escuela de los buraiha (o escuela de la decadencia), que son textos mucho más pesimistas, mucho más oscuros, y que son escritos cuya tinta es la sangre causada por la censura y por dos guerras mundiales, a diferencia de los de la era Meiji, donde los textos sólo estaban escritos con tinta de tensión.

 

No se mata la verdad matando a un periodista

No se mata la verdad matando a un periodista

Cuco engolosinará el Ceremonia como algodón de azúcar

Cuco engolosinará el Ceremonia como algodón de azúcar