Un año más termina y en El cine y… nos dimos a la tarea, como es costumbre desde hace poco más una década, de hacer nuestra lista de lo mejor de los últimos doce meses. Como suele suceder, no están todas las que son ni son todas las que están, pero eso siempre pasa cuando se trata de reunir la crème de la crème de un periodo determinado de tiempo en cine.
Sólo como aclaración, vale la pena señalar que consideramos las cintas estrenadas comercialmente en territorio nacional desde el primero de enero y hasta el 15 de diciembre que se cerró el conteo. De ahí que algunas joyas que han pasado solamente por festivales o mega éxitos de taquilla del fin de semana pasado no figuren en nuestro Top 9.
Dicho lo anterior aquí va el resultado de las favoritas de Diana Sánchez Uranga, Miguel López Valdivia, Ricardo Marín, Pat Castañón y su seguro servidor. Todos igual de responsables sobre el resultado final.
Dígannos que opinan y con cuales están o no de acuerdo, que para eso vivimos en un país libre. ¿Para ustedes sobra o faltó alguna? Al final de todo esto no es más que una oportunidad para mirar atrás y recordar muchas buenas películas que nos trajo 2015. Gracias por compartirlas con nosotros.
Abrazos de cine.
El More
Número 9. Yo, él y Raquel
Triunfadora de Sundance y muchos otros festivales del circuito internacional la ópera prima de Alfonso Gómez Rejón es una muestra más de que el cine independiente norteamericano nos seguirá regalando películas únicas año con año. Irreverente y divertida, lejana al chantaje sentimental y los lugares comunes de las cintas de adolescentes que sufren alguna enfermedad y concebida a partir de decenas de referencias cinéfilas exquisitas, Yo él y Raquel tiene un merecido lugar en lo mejor del año.
Número 8. La familia Bélier.
Contada en clave de comedia y con el refrescante tono de lo políticamente incorrecto, la película dirigida por Eric Lartigau cuenta la historia de Paula, una adolescente muy especial que descubre que es buena para cantar y que le gustaría hacer de ello su vida. Un detalle que, si no fuera porque sus padres y su hermano son sordomudos, no tendría nada de particular. En ese perfecto caldo de cultivo para la confusión se desarrolla un retrato complejo y entrañable sobre el amor filial.
Número 7. Intensa-mente
Una idea brillante que resulta en un guión sorprendente y una cinta entrañable. Un viaje único al interior de la mente de una niña de 11 años y al centro de control que coordina sus emociones. Un pretexto perfecto para emprender una aventura que nos invita a pensar en estos mismos mecanismos dentro de nuestra propia cabeza. A preguntarnos por todos aquellos recuerdos que están guardados por ahí.
Número 6. Haguen y yo
Una vez más un retrato local se vuelve global y lo que cuenta una película muy húngara aplica para todo el mundo gracias a la dirección brillante de Kornél Mundruczó. Así, lo que en un inicio parece una tierna historia de amor entre una dulce niña (Lili) y su encantador perro mestizo (Hagen) se convierte de pronto en una cinta cruda que retrata con lujo de violencia lo que sucede día a día en las calles con los canes abandonados.
Número 5. Whiplash
Revelación de 2014 en festivales como el de Sundance, Whiplash habla del sueño de un joven estudiante de música que encuentra en su camino a un maestro muy especial. Pirotécnica y brillante, inteligente y llena de giros dramáticos sorpresivos, la apuesta de su director tiene en la interpretación de sus dos protagonistas y en su montaje y edición milimétricos sus principales atributos.
Número 4. Güeros
El uso de determinados términos en esa peculiar lengua en la que se ha convertido el “mexicano” da para que se escriban tesis de doctorado o desarrollen seminarios académicos de varios días. Una de esas palabras especiales da título al primer largometraje de Alonso Ruizpalacios: Güeros. Utilizado lo mismo para señalar un color de piel, un nivel socio económico, una clase social, una manera de ser y hasta una sub tribu o casta urbana, el término puede servir también para calificar, halagar, criticar o discriminar al mismo tiempo a quien se le dice. Por eso uno no sabe bien a bien qué hay detrás de un: ¿qué pasó güero?
Número 3. Boyhood
Proyecto de largo aliento, con un rodaje de un poco menos de 40 días a lo largo de 12 años en los que vemos cambiar físicamente a los protagonistas, Boyhood se revela como una obra única que propone una de la reflexiones sobre la vida y la familia más interesantes y poderosas de los últimos años. Cargada de la complicidad de mucho tiempo entre su director y su eterno protagonista y alter ego fílmico -un impresionante Ethan Hawke- la película está llena de extraordinarios momentos que nos hablan de lo que significa crecer y encontrar un camino en la vida.
Número 2. La sal de la tierra
Retrato fílmico del mítico fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado -dirigido por su hijo Juliano y Wim Wenders- este ensayo construido con imágenes en movimiento resulta interesante por muchas razones que rebasan la merecida fama del personaje en cuestión. Lo que arranca tomando la basta obra de décadas del artista de la lente como pretexto y punto de partida, se convierte poco a poco en un diálogo entre padre e hijo que no está exento de sentimientos guardados por muchos años y tensiones familiares sin resolver en las que Wenders funciona unas veces como testigo y otras como árbitro.
Número 1. Victoria
Dirigida por Sebastian Schipper y filmada en un solo plano secuencia Victoria es mucho más que un brillante ejercicio de estilo que ganó el premio técnico de la más reciente edición de la Berlinale. Filmada con una inteligencia desbordante y con una puesta en escena y cámara impecables, el relato trasciende la coreografía que exige su forma para sumergirnos de una manera orgánica en lo que le pasa en una noche loca a una joven española que vive y trabaja en Berlín. De la fiesta al ligue pasando por las locuras de la madrugada o una inesperada espiral de violencia, la aventura nocturna de Victoria y sus nuevos amigos, se cuenta desde un tono realista que convence e interesa desde el primer minuto.