"Tomorrow's Harvest" - Boards of Canada

Cual escritor que recurre a la infancia para encender la imaginación, Tomorrow’s Harvest (Warp, 2013) toma de todo lo que alguna vez ha hecho Boards of Canada y hace una entrega cuyo sonido evoca al pasado, pero tiene una mirada al futuro. El título de la producción no es gratis. Tomorrow’s Harvest es un cuestionamiento del porvenir, una oda a la incertidumbre que rodea la modernidad. Esto es evidente desde la portada: la ciudad de San Francisco tras capas y capas de calina. ¿Qué se ve? ¿Un pésimo presente para una ciudad? ¿O un fantasma de lo que solíamos llamar civilización? Boards of Canada entra en el campo de la interpretación y provee una narrativa musical, con la cual abarca todos los espectros temáticos del mañana: desde lo melancólico, desolador y destructivo, hasta lo esperanzador, lo lúdico y lo infinito. En sí, en Tomorrow’s Harvest no hay incidentes nuevos. Sin embargo, esto no quiere decir que el álbum represente un punto bajo o un evento intrascendente. Más bien, aunque puede escucharse como algo ofrecido por la agrupación en sus últimos tres álbumes, hay un dejo musical diferente, por no mencionar una sensación anímica evolucionada —una mucho más desoladora, de desconcierto— con la cual se comprende el cambio durante la brecha de ocho años que lo separa de su anterior LP, The Campfire Headphase (Warp, 2005).

La última producción de los hermanos Marcus Eoin y Mike Sandison es un relato con nociones ambiguas de entropía; aparentemente, todos los tracks tienden al caos. La canción de apertura se titula “Gemini”, y hechiza al escucha con tinieblas opacas e impenetrables de textura sumamente ominosa. La narrativa obliga a seguir adelante, a descubrir lo próximo, el futuro, que es el gran leitmotif de Tomorrow’s Harvest y se ostenta desde el principio. Después de un ambiente tétrico y ciertamente desconcertante para comenzar, prosigue “Reach for the Dead” el primer sencillo de esta nueva producción. Casi como si tuviera respiradores, esta canción es un in crescendo enorme con un talante poderoso, si “Gemini” no fue suficiente, “Reach for the Dead” es la envoltura, la soga que te ata a una textura llena de rechazo y soledad, la cual funciona con creces en esta obra.

A lo largo de la producción es fácil darse cuenta que Boards of Canada está tomando dejos estilísticos de sus lanzamientos previos para provocar una nueva fórmula. Lo interesante de Tomorrow’s Harvest es que con el mismo ethos y varios elementos que siempre ha utilizado el dúo, un nuevo discurso y una nueva narrativa se consolida. Canciones como “Cold Earth” “Sick Times” o “Jacquard Causeway” no tienen en sí algo nuevo para ofrecer —lo cual no quiere decir que sean producciones deficientes— pero en conjunción con el resto de los cortes, y en el encuadre propuesto por el disco, todos los tracks conforman una sincronía armónica preponderante y un sonido sumamente balanceado.

Boards of Canada tampoco se olvida de los suaves drones que han caracterizado sus álbumes anteriores, y Tomorrow’s Harvest contiene producciones etéreas con ambiente sutil y fino. Notables ejemplos son “Collapse” y “Telepath”, cuya falta de beats y carga ambiental proveen al disco de respingos y momentos de omnipotente tranquilidad. Del mismo modo, hay tracks bastardos sin origen ni genealogía, en los cuales se distingue la valiente, aunque reducida, experimentación de los hermanos. Quizá el más notorio sea “Palace Posy”, una composición esquizoide donde prima la percusión, pero se mantiene un ambiente lúdico y complaciente.

Por último, Boards of Canada no olvida lo que los hizo famosos: el factor conmovedor. Su música, artificialmente antigua, evoca sensibilidades escondidas en las profundidades del alma. Sus canciones continúan dando la sensación de ver una fotografía vieja, como si uno observara de forma penetrante hacia el pasado. Paradójicamente, Tomorrow’s Harvest cuestiona al futuro, al porvenir, a qué sucederá mañana. El disco, aunque es en su mayoría desolador y nihilista, contiene cortes como “Nothing is Real”, con una cosmovisión mucho más positiva o “New Seeds”, en la cual podemos escuchar los pedacitos de audio de sus famosas secuencias numéricas. Aunque el final representa el zenit de la desolación a través de la canción “Semena Mertvykh”, Tomorrow’s Harvest no es un disco triste, sino uno explorativo, uno que exige encontrar una respuesta, aunque tome casi ocho años llegar a ella.

http://youtu.be/WGt1yBQ4ehg

Sigue la tortura

MS MR #CC13