Con la entrega de los Oscar a unas horas, uno de los premios más codiciados y cantados de este año, el de mejor actriz, tendrá en Julianne Moore una merecidísima ganadora. Protagonista de Siempre Alice, nuestra película de esta semana, Moore verá coronada con la estatuilla dorada una brillante carrera que destaca por su variedad y consistencia.
En un recorrido en el que lo mismo se ha puesto en la piel de una estrella del porno (Boogie Nights), una atormentada ama de casa de los cincuenta (Lejos del cielo) o una activista que busca salvar el mundo (Hijos del hombre) su premio más mediático le llegará por interpretar a una mujer enferma de Alzheimer.
Alice -la Alice del título- es una exitosa académica que enseña en la Universidad de Columbia y tiene una vida y una familia perfecta. O bueno, casi perfecta porque empieza a olvidar palabras y su mundo se derrumba al ser diagnosticada con el implacable mal perdiendo uno de sus tesoros más valiosos: la memoria.
Admirable y frágil, valiente y vulnerable, el personaje que construye con delicadeza Julianne Moore nos ayuda a ser empáticos con su historia personal y conectarla con nuestra propia historia. La verdad con la que cuenta y encarna el drama de Alice nos conmueve y recuerda que todos hemos recorrido caminos similares con algún ser querido y podemos entender el sentido de sus actos y batallas diarias.
Por eso, cuando Julianne suba a recibir su merecido premio en unas horas, podremos sentir que lo recogen también todos aquellos a los que nos hizo recordar con lágrimas en los ojos y una sonrisa en los labios en la obscuridad de la sala.
Así de generosas pueden ser las películas, así de interesantes pueden ser los premios y así de fantástico puede ser el cine.
@elmoremoreno