"The Joy of Birthday": Bob Ross, 20 años sin ti

Es así como un hombre medio hippie sirviendo en las fuerzas armadas decide tomar clases de pintura por televisión, descubre que tiene talento para plasmar su imaginación en lienzos y se vuelve profesional. Pasan los años; deja el ejército por la pintura y de pronto le ofrecen hacerlo en la televisión, justo de donde nació su curiosidad por intentarlo. ¿Qué le debe a la vida? Y con esa misma ilusión con la que se animó a ir a su primera clase, hace su  programa durante una década y pico, disfrutando de la vida que eligió desde la imaginación de sus cuadros.

Si nunca te has dado a la tarea de ser hipnotizado por la pasividad del famosísimo programa de TV pública de los EEUU “The Joy of Painting” o “El placer de pintar”, que era transmitido aquí en México por OnceTV desde los años noventa, de verdad que te invitamos a que te deleites con él; un día cualquiera, cuando estés muy enfadado, o cuando tengas ganas de salir huyendo por la ventana.

Descubrirás en Bob Ross, una persona que a pesar de su perfecto afro y su camisa arremangada, que bien podía ser tu tío que nunca supero la época disco, también había un pintor experto que derrochaba detalles mínimos; cometiendo "accidentes felices", caprichos del ecosistema. Era solo un buen tipo que regalaba sus cuadros a las estaciones de TVpublica por todo su país. Seguramente tienes alguna tía o conoces a alguien que, se cuenta, se volvió pintor de la nada y nunca va a aceptar que lo intento por primera vez después de ser seducido por los pacíficos paisajes de sus óleos húmedos.

Paisaje 2

Con su estampa bonachona y su gran paleta, te iba explicando la técnica mientras los tonos de los óleos, necesarios para la sesión, aparecían en la pantalla con el estilo pixel de los 80's. Los brochazos iban de allá para acá, los colores se iban combinando, intercambiando pinceles y espátulas, mientras él te contaba sobre cosas comunes; las ardillas y aves que rescataba, sus amigos, su familia, sus viejas brochas. Si tuviéramos que comprimir la media hora que duraba en culminar la obra tendría que ser desde la perspectiva de nuestra propia mirada; cómo se va formando el paisaje con la luz cuando abrimos los ojos, una atmósfera que nos conecta con la naturaleza interior. Toda una terapia de relajación.

Sólo que en el 95 tuvo que dejar este cuadro por causas naturales. Pero fue un buen tipo que hacia pinturas, debería haber un día para recordarlo, por hacerle un bien a la humanidad, treinta minutos a la semana… Y porque su programa terminaba con un exquisito jazz...

Felices trazos a todos.

https://www.youtube.com/watch?v=H8x5FdL2qr8

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