Tame Impala y 'The Slow Rush': el camino a una cima entrañable
La visión de un artista suele cambiar debido a todas las circunstancias que atraviesa en el proceso de crear nuevos sonidos, es indispensable vivir estas etapas para alcanzar el bienestar sonoro que imagina.
Todo conlleva a una inventiva increíble, donde se encuentran las generaciones nuevas, las ideas se juntan, y de este proceso surgen proyectos increíbles. Uno de los personajes más psicodélicos que ha dado el rock después de Syd Barrett y otros cuantos, responde al nombre de Kevin Parker, un tipo solitario, su mundo se divide en múltiples universos y su creatividad alocada le regaló el concepto de una banda llamada Tame Impala.
La agrupación lleva más de nueve años creando música entrañable y vibrante, esa que activa un sensor de baile en tu cuerpo y te lleva a un mundo de vastas posibilidades. Parker nació en Sydney pero vive en Perth, lugar donde se aísla para que sus proyecciones sonoras suenen como él los imagino, ya sabes, es simplemente convertir una idea en una obra maestra.
El 31 de marzo de 2019 se anunció un nuevo álbum, que es la continuación del prestigioso Currents (2015, Modular Records). Luego de cuatro años ausente del estudio, Tame Impala tenía bajo el brazo un nuevo sencillo “Borderline”. Después de atravesar por la pérdida de su estudio y su en casa en Malibú tras los incendios en California, la espera terminó y por fin el 14 de febrero de 2020, Parker liberó su nueva producción con el nombre The Slow Rush, bajo el sello Universal Music Australia. Álbum ecléctico, muestra una diversidad en su paleta sonora, Parker siempre nos da una pincelada de su talento en cada canción, demuestra que para ser un increíble músico solo basta con imaginar y crear cosas enormes.
Guitarras, sintes y psicodelia, un álbum que se enfoca en lo que muchos apreciamos, pero también detestamos: el tiempo, algo que es relativo, que no se puede tocar, pero sí manipular, entonces ¿Cómo toma Tame Impala el concepto de tiempo?. Se dice que la fortuna favorece a los atrevidos, por eso luego de cuatro años la banda liderada por Parker suena diferente, no sigue patrones, prefiere encontrar la paz sonora que necesita y la que el mundo requiere.
El primer corte del álbum, “One More Year” desborda sintetizadores desde la primer nota junto con una voz desgarradora, el inicio de un viaje perfecto. Enseguida “Instant Destiny”, que muestra un bajo constante, un recurso muy característico de Tame Impala, se trata de elementos sonoros adelantados a nuestra época, como el uso de una flauta, que se funde al unísono de cada nota melódica.
“Borderline”, canción que sirvió como sencillo para promocionar The Slow Rush, tiene un cambio radical, no es igual el sencillo a la del disco, esto en gran parte porque Parker no se sentía satisfecho con su sonido y decidió cambiarla, reordenando un par de acordes y recortándola. Dicha rola es una de las más fuertes del disco, al desengranar la melodía podemos notar que la variante en los instrumentos es fabulosa por su guitarra, batería, sintes, piano e incluso una flauta hacen que esta pieza flote suavemente en el oído del escucha.
El cuarto track, “Posthumous Forgiveness”, trata del rencor y perdón ante el recuerdo del padre de Kevin. El intenso acompañamiento musical es sin duda el viaje perfecto para la intensa experiencia de enfrentarnos ante la angustia de no saber aprovechar el tiempo de la manera correcta. Es un grito desesperado de que el tiempo suele ser injusto, pero a su vez acomoda todo en un mismo lugar.
“Tomorrow’s Dust” mantiene el ritmo lo suficiente como para que, en el siguiente tema, “On Track” sea el propio Parker el que nos aclare que, estrictamente, sigue en camino, a pesar de las circunstancias por la que atravesó, antes de llevarnos a la que posiblemente sea la canción más bailable y pegadiza de todo el álbum: “Lost In Yesterday”. El tema del tiempo es constante, nunca se olvida y esta canción es un regaño a ello, basta con poner atención a la letra:
Podemos viajar en el tiempo y “Is It True” es el camino correcto a sumergirnos con el sonido de los años ochenta. El bajo que suena en esta canción es un claro ejemplo de las influencias que Parker ha tomado para perfeccionar su sonido. Recuerda cómo era sonar de fondo en aquellos bares o boliches, mientras bailas y todo el sonido se funde en tu cuerpo.
En “It Might Be Time”, Parker cuestiona su propio envejecimiento. Una canción que habla de que lo que antes nos gustaba deje de parecernos interesante. Es una contradicción. Si ya no eres cool, ¿De qué es tiempo?, ¿Qué sigue para ti?. Es tiempo de cambiar y explorar nuevos horizontes, algo que nos marque y se quede por siempre en el imaginario colectivo, es el mensaje que Parker le da a las masas.
“Glimmer” es una canción que no tiene una voz constante, incluye un parte ecos, pero si somos sinceros, esto suena a un proyecto alterno de Kevin Parker si fuera un DJ. La última canción del disco “One More Hour” recibe de forma casi apocalíptica las guitarras y baterías, junto a sonidos como recién salidos de una película de ciencia ficción en el epicentro de la canción. Es la rola más larga del álbum y se nota la conexión de esta con el disco Lonerism (2012, Modular Records).
“Slow Rush” es una contradicción, dos palabras opuestas: uno no puede apurarse lentamente ¿O sí?. Un álbum que es el centro del tiempo, en cuando a sonido se refiere, logrando que todos los universos paralelos giren en torno a él.
Tame Impala es esa banda a la que no le importa experimentar, viajar a diferentes partes sonorámicas, de mezclar y mezclar hasta que el proyecto en curso llegue al ímpetu que Paker quiere exponer al mundo.