Cuando Stephen Hawking dio una fiesta a los viajeros en el tiempo
Viajar en el tiempo (además de volar y ser invisible) es quizás la habilidad más deseada por el hombre; qué no daríamos por retroceder algunos minutos, días, años, tomar otra decisión, escoger otro camino, guardar silencio, o cambiar de palabras. Hemos creado pequeñas máquinas del tiempo que nada más nos permiten atestiguar lo sucedido sin poder intervenir. Fotografías, vídeos, tantos archivos y documentos a nuestro alcance para poder echar un vistazo al pasado, sólo para recordarnos que estamos y estaremos eternamente en este segundo que ya termina. Pensar en ir al futuro queda solamente como tema de ciencia ficción, nos ayuda a fantasear para dormir, y nos hace pensar que el mañana está mejor en nuestra cabeza.
Stephen Hawking era, entre tantísimas cualidades, una persona que gustaba de experimentos sencillos y champaña. Entre cuestionamientos sobre la posibilidad de viajar en el tiempo, en 2009 decidió organizar nada más y nada menos que una fiesta para viajeros en el tiempo que vinieran del futuro. Para este happening científico hizo una invitación con la fecha y coordenadas del evento, y la dio a conocer una vez terminado éste para que sólo personas del futuro pudieran atender. Ambientó el lugar con champaña, globos, comida, un cartel de bienvenida (Welcome Time Travelers, Bienvenidos viajeros del tiempo), y escuchaba el reloj esperando que diera la hora en que citó a sus invitados del futuro. Nadie llegó.
Nueve años han pasado desde el experimento, y apenas poco más de 10 días desde la muerte de Stephen Hawking. Ha dejado el mundo y a sus habitantes con las manos llenas de conocimiento e incógnitas. Pensando en esta fiesta, ¿cuáles son los resultados que arrojó el experimento? ¿A nadie en el futuro le interesa tomar champaña en compañía de Hawking? ¿El viaje en el tiempo jamás será posible? O quizás aquellos que se encuentran en el futuro saben el riesgo que implica viajar en el tiempo. La excentricidad del evento y su anfitrión dejan muchas preguntas abiertas, con la misma cantidad de posibles respuestas. En esta misma línea de múltiples posibilidades, permitámonos pensar que tal vez los invitados todavía no llegan. Sí, a pesar de cualquier percance o situación, los viajeros hubieran llegado en el 2009 a la fiesta de Hawking, pero hay tanto que no sabemos sobre el viaje en el tiempo (y conocemos tan poco en comparación de Hawking), que en lugar de concluir que es imposible, por qué no pensar que queda otra opción.
En el 2009 el doctor Hawking sigue en espera de sus invitados. En su cabeza gotea el paso del segundero del reloj, se acerca la hora en que deberían llegar. La comida todavía no se enfría, tiene copas y botellas de champaña listas para brindar. La habitación deslumbra con luces amarillas, su reflejo flota en los globos que adornan el espacio, y a la mitad de este cuelga un letrero que da la bienvenida. Cuántos científicos, escritores, grandes pensadores, personas esperanzadas por volver a ver a alguien han esperado el momento de respuesta, el cual se da con la visita de alguien que viene de un mañana, y ese preciso momento se llena de tensión al esperar su propia respuesta. Se escucha la puerta abrirse tímidamente, mientras un par de rostros asombrados cruzan el umbral que separaba los tiempos, el escepticismo con la ciencia fantástica, el sueño con el despertar. ¿Qué se puede esperar de la visita de seres del futuro? Seguramente algo inimaginable, verdaderamente maravilloso e inesperado. En cambio, con amabilidad y humildad exclaman los visitantes: “disculpe la demora, doctor Hawking”.
Por aquí te dejamos el video de la fiesta de Stephen Hawking para que puedas sacar tus propias conclusiones.
Encuentra a Michelle Rosas en Twitter como @lamalaroma.