Speaking in Tongues, el álbum más audaz y popular de los Talking Heads
Hasta las cuestiones más mundanas del lenguaje son producto de fenómenos lingüísticos. Uno de estos que produce suma curiosidad es el de la glosolalia, la cual consiste en emitir sonidos que parecen palabras, pero en realidad no remiten a ningún lenguaje existente, es farfullo sin sentido.
Al escuchar las vocalizaciones de grupos como Cocteau Twins o Sigur Rós esto es más que evidente: da la impresión de ser una lengua, pero en realidad son sonidos que sólo parecen o se asemejan a palabras. En inglés, la glosolalia también tiene otro nombre, uno cuya belleza no le hace justicia la traducción: speaking in tongues (“hablar en lenguas”, la traducción exacta, carece de sentimiento).
“Speaking in Tongues” (la frase) se refiere, entonces, al acto de decir cosas sin decir nada realmente. Para David Byrne, antiguo líder de los clásicos Talking Heads, al no decir nada uno también puede decir todo o —en su defecto— lo necesario. En una entrevista con David Letterman, el cantante admitió que en sus letras “hay un significado, pero no si lo tratas de buscar”, concluyendo que “originalmente cantaba sinsentidos, y sólo le puse palabras a eso”.
Speaking in Tongues (Sire, 1983), quizá el disco más celebrado del cuarteto neoyorquino y quintaesencia de los años ochenta, es un remitente al más funky y pegajoso sinsentido, a una especie de fiesta entre groove afrodescendiente y la élite arribista de escuela de arte norteamericana. Quizá esta mezcla haya sido la que finalmente definió su sonido. Quinto álbum y primera ocasión sin Brian Eno en la producción desde su debut de 1977, continúa la manipulación sónica de los Talking Heads sólo que, a diferencia de discos como Fear of Music (1979) o Remain in Light (1980), tiene influencias tan claras como equívocas.
Fuera quedó el sonido obviamente afrobeat, la poesía-en-música, la experimentación desafiante. Speaking in Tongues más bien parece haber puesto todos estos elementos en una balanza y haberse dirigido hacia un terreno que sólo se puede describir de una forma: pop.
La consecuencia de esto es que fue el disco más popular de Talking Heads: consiguieron su inclusión al Billboard Top 10 y dos de las razones por las que son un grupo genuinamente inolvidable: “Burning Down the House” y “This Must be the Place”.
El disco abre con “Burning Down the House” con sus bajos funky y sintetizadores groovy cortesía de Tina Weymouth y Jerry Harrison, con letras que desafían cualquier interpretación: “People on their way to work / And baby what do you expect? / Gonna burst into flames, ah”.
Canciones como “Moon Rocks” coquetean con reggae y dub sin olvidarse del norteamericano new wave, mientras que “Girlfriend is Better” está imbuida de una elocuente psicosis: vocalizaciones gritadas sin tapujos y Byrne rogando que todo deje de tener sentido.
En este LP escuchamos los teclados más audaces a lo largo de cuarenta minutos de duración y percusiones que invitan al destape desmedido. Todas las canciones se componen de letras que pandean entre lo surreal y lo absurdo, con la notable excepción de su final. “This Must be the Place (Naive Melody)”, corte final, es lo más cercano a una canción de amor que hay en el álbum, una franca descripción de estar enamorado de alguien más, como su letra declara “You got light in your eyes / And you’re standing here beside me / I love the passage of time / Never for money, always for love”.
A pesar del talento musical que presume Speaking in Tongues, el disco es indisociable de su impronta en la cultura popular que otorgó su presentación en vivo. Probablemente una de las giras más relevantes en la historia de la música popular, el tour de Talking Heads entre 1983 y 1984 se filmó en la película Stop Making Sense, y consistía en una aventura inmersivo-intelectual-sensorial, con David Byrne reconstruyendo lentamente el escenario frente a la audiencia a cada corte que sonaba.
El punto álgido llega con “Girlfriend is Better”, donde Byrne sale al escenario con un inmenso traje que hacía ver diminuta su cabeza, y hoy es parte indeleble de la parodia ochentera. Talking Heads siempre fue un ensamble que tocaba en vivo, la música estaba hecha de tal forma y no sólo para vivir en la grabación o el estudio. De ahí que sea música con cualidad bombástica y fácilmente prestable a la performatividad.
Speaking in Tongues es un parteaguas en la carrera de Byrne, Weymouth, Harrison y Chris Frantz. En este disco llevaron las aristas ‘artpunkeras’ que caracterizaron la parte temprana de su carrera a una cuestión pop, y la lograron combinar con sus ya conocidas influencias afrocaribeñas y disco, generando una auténtica creación del new wave ochentero. Esta combinación sin mucha geografía resultó ser el éxito comercial más perdurable de la banda.
Quizá no tenga la consistencia de algo como Remain in Light, pero la presentación es única en su discografía, a pesar de no ser la mejor producción de su carrera, es de los esfuerzos más auténticos. Speaking in Tongues es una cumbre alcanzada después de todo un proceso. Parece un sinsentido, pero en esa expresión se esconde un profundo significado.