Soundtrack de la semana: Garden State

Debemos admitir que existen entregas cinematográficas en las que el acompañamiento musical destaca sobre el filme en sí (¿cuántas llevamos en lo que va de la década?). Utilizada sin aportar de manera significativa a la narrativa, esta tendencia es cada vez más predominante y su empleo puede caer en lo tramposo cuando se explota como muleta mercadotécnica. Por el otro lado, no nos debería sorprender cuántos proyectos intentan colgarse débilmente de lo anterior cuando pensamos en el legado de uno de los sucesos más triunfantes en cuanto a la interacción soundtrack-película: Garden State. Esta compilación curada por Zach Braff (director, guionista y protagonista de la cinta) fue un éxito astronómico, al punto de certificarse como platino y ganar el Grammy. También es recordado por haber sido una gran catapulta para actos tales como Frou Frou (quienes ya se habían separado para ese entonces) y The Shins (a quienes se les otorgó célebremente la categoría cambia-vidas mediante el carisma de Natalie Portman). A pesar de que este tipo de exposiciones motivaran a unas cuantas personas a comprar el CD sin haber visto la película, éste no es uno de los intentos banales donde el “buen gusto musical” intenta parchar las fallas de lo proyectado en la gran pantalla.

Zach Braff ha expresado en múltiples ocasiones que su ópera prima cuenta con varios elementos autobiográficos e inspiraciones anecdóticas por parte de sus seres queridos en Nueva Jersey, su estado natal. Al considerar esto, resulta natural el que haya incorporado algo tan personal como sus preferencias musicales (sobre todo las que lo marcaron en la segunda mitad de sus veintes). El que contara con este acercamiento tan íntimo fue una de las grandes fortalezas que le permitió no sólo escoger el listado, sino también aprovechar esa sensibilidad al colocar las canciones en escenas muy particulares (en colaboración con su editora Myron I. Kerstein).

Ahorrándonos el listado específico de secuencias (sobre todo para los enemigos de los spoilers), éstas son algunas de las temáticas básicas que se pueden interpretar a partir de las intervenciones del soundtrack: La dinámica de “salvar” al interés romántico manifestada en la figura controversial de la manic-pixie-dream-girl (“Blue Eyes” – Cary Brothers), el temor a la vulnerabilidad en un individuo totalmente aislado de conflictos emocionales (“Caring Is Creepy” – The Shins), la soledad en la inmensidad (“The Only Living Boy In New York” – Simon and Garfunkel en un homenaje discreto a The Graduate) y por supuesto el despojo del terror al tropiezo e impulso a soltarse (“Let Go” – Frou Frou).

Finalmente, el triunfo formidable de esta recopilación se puede ilustrar desde su carácter de mix tape/mix CD/playlist (tómenlo de acuerdo a su marco de referencia histórico-temporal). Uno de los propósitos más puros de estas prácticas es esencialmente el pedir prestadas las palabras de otros en un intento de comunicar lo que nos cuesta articular, factor que cumple de manera espléndida este soundtrack. Garden State narra la odisea de un veinteañero despojado químicamente de sus emociones (producto de un largo y abusivo tratamiento psiquiátrico por parte de su padre). A partir de esta premisa y apoyado generosamente de diversos artífices sonoros, Zach Braff explotó con éxito este combo para relatar el recorrido de un joven determinado a aprender a sentir de nuevo. Y bueno, ¿no son acaso la música y el cine dos de los grandes vehículos que nos enseñan a ejercitar y explorar nuestra curva de emociones?

 

Karla Sanay (@karlasanay)

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