Hay sonidos que transportan a lugares a donde las preocupaciones no existen, a un estilo de vida tranquilo, a una zona desértica tal vez, pero donde una casa con terraza nos da la bienvenida, ahí habrá una mecedora para descansar y ver como una bola de paja pasa rodando con el viento.
Señores de apariencia campirana, barbudos, vestidos con overoles y con un banjo o mandolina como aliados para llevarnos a un punto medio entre el country y el folk. Así es como algunas bandas remiten a esas escenas de algún western, y sin importar su origen geográfico, ese sonido sureño es algo que tienen en común.
Mumford and Sons es una de ellas, y si bien su estética no se asemeja para nada a lo descrito anteriormente, es casi inevitable escuchar su música y no imaginarse así a sus intérpretes.
Tal vez se encuentra cierta sencillez en su música, sin embargo, tiene bases muy firmes que rondan en el llamado y un tanto desgastado indie-folk, ese que de cualquier manera siempre se disfruta a la hora más serena del día, y sobre todo, hace que muchos oídos caigan cautivados ante sus plácidos acordes.
Otra de ellas es The Lumineers, banda que vio la luz por allá de 2011, pero que despuntó a principios del año pasado. Su historia es de ensueño, con suerte tal vez, pero con mucho talento también. El recorrido fue caótico al principio pero sabían muy bien lo que querían, así que con sólo una maleta en mano, un remolque lleno de instrumentos musicales y un anuncio para encontrar violonchelista; misma que fuera la pieza que completaría el rompecabezas, encontraron su destino.
Una que otra tocada con apenas cien personas y su carrera musical, se construía firmemente. Cuentan con un álbum en su haber y sencillos como “Ho Hey” y “Stubborn Love”, que lograron posicionarlos como una de las bandas de este género para seguirle la pista.
Otra banda que recrea estas imágenes desérticas en la mente es Of Monsters and Men, islandeses que desde 2010 han ido creciendo hasta ser la banda que nos presenta tintes folk en “Little Talks”, sencillo que comparte la misma historia con The Lumineers, es decir, la canción comenzó siendo un rumor radiofónico para después, convertirse en el éxito que los colocó y reconoció en la escena musical.
Estas bandas coquetean en algún punto con el pop, eso no quiere decir que su música se haya convertido en un éxito efímero de ese género; al contrario, eso les ha dado el empuje para que sus canciones permanezcan en la memoria de su público, y éste quiera escuchar más de ellos.
La parte vocal se acopla perfectamente a la parte sonora, los arreglos de cuerdas son elemento esencial de cada canción, aquí no hay cabida para ningún truco o efecto a la hora de grabar o interpretar, lo cual, se agradece porque termina siendo música agradable al oído, el ejemplo perfecto de que menos es más.
Después de esa camada de bandas que respaldaban su sonido en el indie-folk, ha surgido otra que no desea alejarse de ese estilo, más bien, se cobijan en el mismo manto donde las emociones acústicas se entremezclan con el country.
Así es como una formula previamente establecida y probada resulta ser la receta perfecta para la gloria que, si un proyecto talentoso sabe seguir al pie de la letra, puede colocarlo en el mismo territorio musical de quienes ya probaron las mieles de ese éxito.