Brian Eno se caracteriza por una búsqueda implacable de descubrir sonidos que vayan más allá de lo armónico y que puedan más bien rellenar el espacio con melodías que logran convertirse en algo así como los adornos de una casa o en letreros de aeropuertos. En ocasiones Eno necesita a otro arquitecto sonoro para completar una nueva obra de arte; desde que tocaba en Roxy Music con Bryan Ferry, hasta las barajas de Oblique Strategies con Peter Schmidt, y no está de más mencionar las múltiples colaboraciones con David Byrne, con el que también ha colaborado como productor en los álbumes con Talking Heads. Ésta vez, para su álbum colaborativo número 26, el elegido fue Karl Hyde de Underworld, banda británica formada en los ochenta que tuvo su auge en los noventa. Someday World es un título con sentimiento de ciencia ficción, un nombre futurista y enigmático como los que acostumbra usar Eno en sus producciones. La idea de la colaboración se originó cuando Eno invitó a Hyde a escuchar una serie de intros que no lograba terminar. El punto de encuentro entre los dos fue el gusto por los ritmos africanos y la música dance. A pesar de que es un álbum colaborativo, ambos artistas dejan muy marcado su sello característico, lo que a veces genera una serie de choques sonoros que resultan en un interesante experimento.
El álbum arranca con “The Satellites”, que evoluciona de una lenta línea de guitarra que termina construyendo un muro cubierto de teclados, mezclados con el característico drone de Hyde. Es muy atractivo escuchar la colisión de sonidos en el que elementos contrastantes se unen para formar una especie de pop que se acerca más a la electrónica. En “Daddy’s Car” el sonido va más por el camino de un dúo de synthpop de mediados de los ochenta donde logran mezclar ese gusto a lo africando; mientras que “Mother of a Dog” se caracteriza por ser más trip-popera.
Las aportaciones de Hyde se acompañan justo del trabajo que hace con Underworld que es una mezcla entre la electrónica atascada y su manera de hacer una especie de spoken word neurótico, en el que enumera palabras y conceptos de manera aleatoria con su voz nasal, como lo hace en “A Man Wakes Up”, donde narra de una manera monótona la historia de un hombre al que no le queda de otra más que aceptar la rapidez con la que pasa la vida, todo esto sobre una melodía con tintes conformada por órganos con tintes nigerianos y sintetizadores. El tema de la temporalidad es una obsesión de Eno, como se puede ver en su libro A Year (With Swollen Apendicces), un diario en el que narra su día a día durante 1995 aunado a una serie de apéndices que contienen ensayos e intercambios de postales.
“Witness” abre con una melodía pop que se extiende durante dos minutos y que más tarde contrasta con letras depresivas que cuestionan la vida: "Did you ever dream the end of the world / watching everything you loved / slip beneath the flood", las letras, ahora acompañadas con sonidos electrónicos sobre piano, explotan como si hubiera que tomar una rápida decisión en un ambiente apocalíptico.
Al llegar a “When I Built This World”, la penúltima canción de los nueve tracks que conforman el disco, la voz de Hyde pasa a primer plano de manera siniestra que más que humana, suena robótica, algo así como un énfasis en todo lo que propone la ciencia ficción. Dentro de un paso cinemático, el corte provoca querer regresar a lo humano y desligarse un poco de la vida artificial.
https://www.youtube.com/watch?v=z266fEx7LAo
Someday World lo produjo Fred Gibson, un amigo de Eno que apenas tiene 22 años; ésta parece una gran oportunidad para aprender de cerca todas las mañas de Eno como productor. El álbum incluye colaboraciones de Andy Mckay de Roxy Music (la banda en la que Eno estaba en los setenta); Will Champion de Coldplay (banda a la que Eno le ha producido varios discos) y de Darla Eno, hija de Brian; entre muchos otros, que parecían invitados intermitentes más que gente que fuera a meter de su cuchara en el estudio.
Someday World es interesante y entretenido, porque contiene la gracia de lo tropical mezclada con la ambientación de Eno y lo electrónico y bailable de Hyde. Juntos, lograron enfatizar el gusto en común por la música dance y los sonidos africanos sin perder personalidad individual. Puede ser que algún día el mundo acabe repleto de vida artificial como lo plantean ciertas escenas de la ciencia ficción, pero mientras tanto, Eno prefiere darle al escucha unos sustos sonoros para regresar de alguna manera a lo humano. Y de pasada, se divierte con Hyde al transformar un estudio en un cuarto de juegos abierto a la experimentación.