Si Torreblanca hubiera sido escritor

Muchas veces, la letra de una canción no es más que la excusa para que haya un cantante dentro de la banda. Lo que dicen importa poco, por eso no es raro que escondan sus palabras tras capas y capas de reverb. Triste situación la de aquellos. Las letras de Torreblanca demuestran que sus horizontes no son meramente musicales, que su interés por hacer canciones es también un interés literario. Letras explícitas, letras largas, letras que van un poco más allá de las palabras recurrentes en una conversación cualquiera. Con eso en mente, le hicimos una simple pregunta al siempre amable Torreblanca: ¿Qué libro te hubiera gustado escribir, Juan Manuel?

 

Entiendo el sentido de una pregunta como “¿qué libro te hubiera gustado escribir?”, pero la verdad es que yo jamás pienso de ese modo en torno a los libros. Quizás porque siento la suficiente distancia entre ellos y yo para poder disfrutarlos como un mero espectador, como público, sin involucrar mi envidia o mi ego de creativo (tanto) en el proceso de la lectura. Desde luego que me gustaría tener la habilidad de escribir bien una novela. Quizás lo que más me gustaría es tener el talento suficiente para tejer una buena obra de teatro (¿será porque está más cercano a mi disciplina, en tanto que igual vive sobre el escenario?). Y no sé, me gustaría tener la curiosidad y la retención y la cultura suficientes para ser un buen ensayista; me gustaría aportar algo (un granito) de claridad al panorama intelectual o político que me rodea... pero creo que no es lo que me tocó (por lo menos no lo ha sido hasta ahora en mi vida). A mí me tocó ser músico y en ese caso sí puedo decirte una lista de mil canciones que yo hubiese querido componer y por qué... pero tampoco es lo que me preguntan.

 

Así que bueno... si tuviera que forzarme a recordar algún momento literario en el que me haya proyectado tanto que de plano pudiera haber llegado a sentir que el texto me hablaba de mí mismo, creo que uno -sin duda- sería el trabajo de Elena Garro. No quisiera hablar sólo de un libro, y no sé si fuera necesario (ya que muchísima de su producción regresa obsesiva a los mismos temas). El personaje arquetípico de casi todo lo que he leído de Elena Garro es una mujer (todavía joven, pero ya no tanto; todavía guapa, pero ya no tanto... quizás divorciada) que podría ser ella misma, una mujer que se encuentra perseguida, o se cree perseguida, que no logra hacerse entender bien en el entorno en el que tiene que estar; que parece (o pareciera que le quieren hacer creer que está) loca. Su protagonista casi siempre encuentra algún cómplice; puede ser su hija, puede ser un chico disidente que le habla de mesa a mesa en un bar; el caso es que hay alguien que le cree, hay alguien que sabe que ella no es culpable de lo que la acusan, que sabe que no está buscando lo que creen que está buscando. Pero por alguna razón misteriosa, esa persona no puede ayudarla, no tiene el poder suficiente para brincar el cerco de vigilancia invisible que se ha levantado en torno a la protagonista. Elena Garro. Ya sea en la melancólica novela Testimonios Sobre Mariana, en la espeluznante Y Matarazo no llamó... o en los cuentos de Andamos huyendo Lola, sus textos son siempre dolorosos; su vida (intuyo) lo fue también. Pero lo que importa es que también son hermosos, el lenguaje fluye de un modo fresco, sorprendente, vertiginoso, poético, plástico, hipnótico, emocionante, desde ella hacia el lector. Y también creo que la paranoia de su personaje, el miedo, la incertidumbre, la sospecha... funcionan (aún hoy) para construir una alegoría aguda y sutil de la impotencia del ciudadano solo ante el estado y sus juegos, sea en la España de postguerra o en el México de la dictadura imperial. Una mujer sola (en el caso de Elena) podría sustituirse por cualquier persona débil, perteneciente a una minoría, con todas las de perder. Y esa figura masculina que persigue (que se adivina, en algunos textos, cual la visión espeluznante de Octavio Paz que quizás tenía Elena) puede ser la figura abstracta y autoritaria del poder, la figura ambiciosa y despiadada del que sostiene los hilos que mueven a todas las marionetas que dan la cara con sonrisas equívocas y palabras vacías y que esconden lo que realmente sucede detrás de todo. ¿Qué? Quizás nunca lo sabremos. Y lo mejor, tal vez, es ni siquiera darse cuenta; porque los que sí se dan cuenta caen en ese laberinto en espiral descendente de desapariciones, secretos, miedo, locura, soledad (una tremenda soledad) desamor, exilio, infamia, pobreza y (desde luego) muerte.

 

Creo que quizás suena muy depresivo de mi parte decir que me habría gustado escribir algo de Elena Garro, pero ¿qué más da? Me encanta. Me causa mucha admiración y empatía. Y cabe mencionar que la descubrí (a Elena Garro) gracias a una canción de un músico mexicano que tiene docenas de canciones que ya quisiera yo haber compuesto: Julieta Venegas.”

 

 

"There's No Leaving Now"

"Temporada de caza para el león negro"