El sexo responsable también es amor… y otras enseñanzas de Sex Education
Después de tres minutos de ver las erecciones y sesiones de masturbación de Otis (Asa Butterfield), empieza la segunda temporada de Sex Education, el show de Netflix que ha atrapado a la audiencia de la plataforma por su abierta, fresca y divertida manera de abordar diversos temas sexuales, sin tapujos, tabúes ni clichés. Si estás pensando en ideas para celebrar este San Valentín, ver Sex Education puede ser un buena idea para ponerte en el mood de hablar abiertamente de sexo con tu pareja o, incluso, contigo mismo.
Netflix sin duda ha desarrollado una fórmula que parece funcionar muy bien para que Sex Education se vuelva un formato atractivo para toda clase de público: vestuarios vintage, escenarios repletos de luz, color y texturas, protagonistas jóvenes, pero sabios, y adultos ingenuos, pero divertidos (como es el caso de otra de su exitosa serie Stranger Things). Bajo esta fórmula, aparece Sex Education, donde Otis, un joven de dieseis años, hijo de la conocida terapeuta sexual la Dra. Jean (Gillian Anderson), abre un consultorio sexual “clandestino” en su escuela junto a su compañera Maeve (Emma Mackey). La serie dedica cada capítulo a un tema específico sobre la sexualidad de un adolescente, a la par que va desarrollando la vida de los personajes y construyendo un perfil de cada uno. En la primera temporada, algunos de los temas abordados fueron el aborto, la masturbación, la homosexualidad y el estigma.
Durante la segunda temporada, Otis regresa con su consultorio clínico, pero ahora tiene competencia: su propia madre. La Dra. Jean es contratada por la escuela para hacer una investigación sobre la paupérrima educación sexual que están recibiendo los jóvenes después de una epidemia de clamidia. Este paralelo presenta una de las narrativas más interesantes de la serie, abandonando la idea de que los adolescentes, por ser jóvenes, no tienen consciencia de sus prácticas sexuales. Así mismo, muestra que los adultos cometen errores y no siempre pueden entender lo que un adolescente está viviendo durante esta incómoda etapa de la vida.
El acoso sexual, la misoginia y la masculinidad tóxica son temas que también tienen un espacio protagónico en la trama. En el tercer episodio, un hombre se masturba en contra de Aimee Gibbs (Aimee Lou Wood), eyaculando en su pantalón. Al principio, ella lo toma con calma, porque eso es lo que hacen los hombres, retratando la normalización de los comportamientos misóginos que se les permiten. Con el tiempo, Aimee se siente más y más insegura y eventualmente el dolor la alcanza, retratando lo profundamente traumatizante que puede ser vivir el acoso.
En el episodio número siete se presenta de nuevo la conversación, cuando todas las mujeres principales de las series son mandadas a detención, y como castigo, tienen que encontrar algo que las una. Eventualmente, en un dolorosa pero tremendamente real conversación, llegan a la conclusión de que aquello que las une son las experiencias misóginas que todas han vivido.
Esta temporada ramifica más la diversidad, hablando sobre otros tipos de preferencias sexuales: asexualidad, bisexualidad y pansexualidad. Aunque ganan puntos por introducir preferencias sexuales diversas en comparación con muchas otras series, queda un vacío frente a la comunidad trans y no binaria. Siendo una serie que apela principalmente a personas jóvenes, tener representatividad de otras identidades de género y sus prácticas sexuales, sería valioso añadir estas narrativas para fortalecer a las infancias trans. También esta segunda temporada se centra demasiado en las relaciones sexo-genitales; sería interesante que a futuro se introdujeran también otras formas experimentar el sexo y desarrollar a mayor profundidad otra clase de experiencias eróticas.
En Twitter estaba rondando un tweet que decía algo así como “qué suerte los centennials que van a crecer viendo Sex Education, mientras nosotros (millennials) crecimos viendo Skins”. Aunque es una verdad cómica, Skins nos decía que la forma de solucionar todo como adolescentes era a través del alcohol, las drogas, y el sexo, sin ningún tipo de diálogo sobre nuestras emociones. Sex Education es valioso porque muestra lo vergonzosa que es la etapa adolescente y los osos que cometemos por culpa de los cambios hormonales, mientras retrata jóvenes que, a su corta edad, son capaces de entablar diálogos seguros, expresar lo que les gusta y no en sus prácticas sexuales y, especialmente, hablar abiertamente del consentimiento. También hay adultos que cometen errores, pero pueden reconocerlos, y darles capacidad y agencia a los jóvenes de sus vidas.
Nunca está de más recordar que es solo una serie y la responsabilidad de la educación sexual no debería recaer en nuestros consumos mediáticos, sea porno o sea un producto de Netflix. La educación sexual debe empezar en casa y las escuelas. Aún así, Sex Education tienen un valor agregado: que puede llegar a todas las edades, en un formato de entretenimiento, acercando temas valiosos y vitales para esta generación y que difícilmente se tratan en casa.