Sabines omnipresente
Un día como hoy, hace 20 años, falleció el poeta mexicano Jaime Sabines a la edad de 72, debido a un cáncer que lo destruyó.
Sabines nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 25 de marzo de 1926. Estudió tres años medicina, pero se dio cuenta que esa no era su pasión, lo que lo llevó a la carrera de escritor. Sin embargo, desde la preparatoria Sabines ya había mostrado una inclinación por la poesía.
“El homenaje mas importante es que me lean. Que mis libros sirvan de algo. Una vez un muchacho me dijo que mi poesía lo había acompañado durante tres años en la azotea de su casa mientras estudiaba leyes. Cuando se recibió, me dio las gracias”.
Algunas de sus influencias literarias fueron James Joyce, Pablo Neruda, Ramón López Velarde, entre otros. Sobre sus temas podemos apreciar la soledad, el amor, desamor, la muerte, la condición humana y el paso del tiempo.
Cabe mencionar que varias de sus obras fueron traducidas a diversos idiomas y llegó a ganar diferentes premios como el Xavier Villaurrutia y el Elías Sourasky, y por si fuera poco, en 1983 recibió el Premio Nacional de la Letras y en 1994 la Medalla Belisario Domínguez.
Para volver a sentir las palabras de Sabines te dejamos algunos fragmentos de sus poemas más representativos del poeta:
No es que muera de amor
Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte ,amor, muero, morimos.
Tu nombre
Trato de escribir en la oscuridad tu nombre.
Trato de escribir que te amo.
Trato de decir a oscuras todo esto.
No quiero que nadie se entere,
que nadie me mire a las tres de la mañana
paseando de un lado a otro de la estancia,
loco, lleno de ti, enamorado.
Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote.
Digo tu nombre con todo el silencio de la noche,
lo grita mi corazón amordazado.
Repito tu nombre, vuelvo a decirlo,
lo digo incansablemente,
y estoy seguro que habrá de amanecer.
Te quiero porque tienes…
Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste.
Pero estás en mis manos y me tienes
y en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para secar tus lágrimas que lloro.
Y el que no puede faltar: Los Amorosos
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.