La sesión 18 de Mercado en El Imperial tuvo un cartel peculiar. Una banda local, otra de Costa Rica y una más de la República de Chile. El comienzo fue frenético, crudo y estridente, con un sonido típico del garage, el cual era interpretado por Los Blenders, banda mexicana que se ha dado a conocer en los últimos meses. Quizá los riffs repetitivos y la pasión con la que interpretan sobre el escenario, sean el factor para que inviten al público a sacudir la cabeza.
Posteriormente, desde Chile, Los Jardines Humanos envolvían al público en un invernadero sonoro, que se caracterizaba por un rock clásico, amable y bien ejecutado, en el cada integrante brilló por momentos, donde sin duda el guitarrista, Iván “Novita” Silva, resaltó de manera natural. Las líricas interpretadas por su cantante Matías Amoçain, llamaron la atención por su ironía y evocación a Violeta Parra, Víctor Jara y demás cantautores chilenos. Son un proyecto muy ajeno a la avanzada chilena actual, Los Jardines Humanos es un rock inteligente, que al parecer tendrá un nicho muy seleccionado de seguidores que buscan más que un pop amable y digerible. Su broche de oro, fue cuando "Novita" arrojó inesperadamente su hermosa Telecaster al suelo, causando sorpresa y estupor ante la audiencia congelada que no supo qué hacer.
Para cerrar la noche, los costarricenses 424 lucieron el talento y rock que emerge en ese país centroamericano. Demostraron que al igual que en otros países del Continente, se gestan sonidos y un movimiento interesante, donde lo introspectivo es parte del descubrimiento —que incluye a Las Robertas, entre otros exponentes. Su ejecución era precisa, con estructuras bien pensadas que transportaban a grandes valles e intermedios sonoros. El vocalista, Felipe Pérez, era la guía de este viaje que invitó a un buen final, junto con la batería como un corazón evolutivo en cada momento.
Por Eduardo Lugo.
Fotografías por Paulina Maqueda.