Por Dave Brennan (@DayBeatG)
Ultraviolencia – Sustantivo. Término que se aplica a actos de extrema violencia, a menudo sin justificación y con víctimas escogidas al azar, casi como un deporte. Este término fue introducido por Anthony Burgess en su novela La naranja mecánica (1962), pero popularizado por la adaptación cinematográfica de Stanley Kubrick. Lana Del Rey se ha declarado amante de sus películas, a través de múltiples referencias en sus canciones a Lolita (1962), por esto no es sorpresa la elección del término “ultraviolencia” para describir su más reciente trabajo, el cual nos transporta a los años sesenta y setenta debido a su baja fidelidad y las continuas referencias a psicodélicos.
Para esta producción, la cantante neoyorquina unió esfuerzos con el vocalista de The Black Keys, Dan Auerbach, quien produjo todo el disco y escribió la bonus track “Florida Kilos”, la canción más alegre de éste.
Esto refleja un gran cambio para su tercer álbum: la cantante ya no tiene miedo de profundizar en sus tonos agudos, grabar en lo-fi (baja fidelidad) y rodearse de guitarras pesadas estilo garage e influencias del jazz, particularmente en el coro de las canciones —como en “West Coast”— al bajar el tempo inesperadamente y dar la ilusión de estar bajo la influencia de psicodélicos.
El disco debutó en el primer lugar del Billboard 200, convirtiéndose en el primer #1 para la cantante. Ultraviolence (Interscope, 2014) abre con la canción descrita por Lana como su favorita: “Cruel World”. La pieza explota los tonos potentes de su voz, al cantarle a un ex-novio que, después de irse, ella jamás regresará. Con una pistola y bourbon en mano, nos pinta una imagen amenazante, mientras le advierte a su antigua pareja que deje de correr en círculos alrededor de ella.
La siguiente tétrada de canciones ya salieron como sencillos. El primero fue “West Coast”, una canción con toques de reggae, blues y frases latinas como “te quiero cariño”. Lindsey Weber de Vulture la llamó una mezcla entre “Edge of Seventeen”, de Stevie Nicks, con alguna canción que quedó fuera de un soundtrack de película de Tarantino, esto se puede evidenciar particularmente en el coro de la canción, el cual evoca un estilo vintage.
Cabe resaltar que estrenó la canción en vivo durante los fines de semana de Coachella, una presentación donde demostró que la brisa de la costa oeste de Estados Unidos lleva sus tonos agudos como plumas hacia los oídos de los asistentes.
El segundo sencillo se trata de “Shades of Cool”, una explosión sombría en forma de una balada dedicada a un hombre glamoroso que maneja un Chevy Malibú.
La “violencia” de este disco se refiere a sus relaciones amorosas en general, pero también a la actitud tan directa que tiene Lana respecto a su forma de pensar y en su respuesta a las críticas de su música. La violencia en sus amoríos se ilustra muy bien en el tercer sencillo: “Ultraviolence”. Con ritmos pegajosos, la letra habla de cómo el ser golpeada por su novio equivale al sentimiento de un beso —una clara referencia a la canción de The Crystals, “He Hit Me (It Felt Like a Kiss)” de 1962— y compara las sirenas de patrullas con violines.
También es más explícita en los primeros dos videos, al mostrarse en brazos de un hombre considerablemente mayor (en el caso de “Shades of Cool” se trata de Mark Mahoney, un experto en el arte de tatuar en blanco y negro) y coronándose como la Lolita moderna . La letra del cuarto sencillo, “Brooklyn Baby”, ofrece una respuesta a las personas que odian su estilo: “They judge me like a picture book / By the colors, like they forgot to read”. Esta canción la iba a trabajar con Lou Reed, pero murió justo el día que ella llegó a Nueva York, así que la escribió con su novio: Barrie O’Neill, vocalista de Kassidy. No obstante, acabó siendo un homenaje al fallecido ícono no sólo con el título (Reed nació en Brooklyn), sino también con las líneas: “And my boyfriend’s in the band / He plays guitar while I sing Lou Reed […] Yeah my boyfriend’s really cool / But he’s not as cool as me // ‘Cause I’m a Brooklyn baby.”
“Fucked My Way Up to the Top” llega como el clímax de su actitud frente a la crítica. En la canción nos describe a una cantante que se volvió famosa de la manera que describe el título y al copiarle el estilo (de música y moda) a Lana, a pesar de haberlo criticado mucho. Hay mucha especulación sobre de quién podría tratarse y la opción más creíble es Lorde, ya que las dos han hablado mal públicamente de la otra y sus estilos son similares.
Las demás canciones las podemos dividir en tres grupos. El primero tiene como tema central el dinero. “Money Power Glory” es un ataque a los medios y a su único interés en el dinero, sin un sentimiento de empatía y respeto hacia el artista (vean lo que pasó con Miley Cyrus). “Old Money” es quizás la canción más triste del disco (hay niveles, inclusive tratándose de Lana), ya que es la continuación con final triste de “Young and Beautiful”, pieza famosa por su repetida aparición en The Great Gatsby (2013). En ambos cortes se habla del amor y la juventud en las noches de verano, la primera de lo divertidas que eran y la segunda de cómo sucedieron hace muchos años; pero quizás lo más referente a la juventud en la canción del álbum sea el sampleo que hace al tema de Romeo y Julieta (1968) de Nino Rota.
El segundo grupo se refiere a la típica mujer amante y a la tristeza: “Sad Girl”, “Pretty When You Cry” y un cover de “The Other Woman” de Nina Simone. Estas tres canciones reflejan lo más odiado de Lana Del Rey: la forma en que parece disfrutar y se contonea al son de su tristeza. En “Sad Girl” evidencia que ha sido “la otra mujer” y que no le molesta, al contrario, lo disfruta. Tampoco deja de repetir lo que todos ya sabemos: Lana vive en su eterna tristeza. Ésta, junto con “Pretty When You Cry”, son las típicas canciones de la femme fatale: repetitivas y con su voz llena de agonía y sufrimiento, mientras le grita a su novio que lo esperará, tal y como lo hizo en “Blue Jeans”, de su segundo disco Born to Die (Polydor, 2012): “I will love you ‘till the end of time / I would wait a million years”. El cover a Nina Simone le hace justicia al original: el tema de la canción y el bajo ritmo van completamente con el estilo de Lana y logra transportarnos a los años sesenta gracias a la simplicidad de la pieza y su baja fidelidad.
El tercer y último grupo son las bonus tracks, razón por la cual vale la pena comprar la versión deluxe del álbum. Estas empiezan con la ya mencionada “Florida Kilos”, la cual ofrece un tono diferente a todo el disco. La canción lleva un ritmo más rápido y alegre, que invita a viajar a Florida a ver los Cayos, tatuarse, tomar refresco de cola y meterse mucha cocaína. “Black Beauty” es una canción que se filtró hace un año y Lana estuvo a punto de excluirla, pero como los fans la pedían a gritos, grabó una nueva versión que incluye más instrumentos (piano y bajo).
“Guns and Roses” es una clara referencia a Axl Rose, ya que salieron varios meses en el 2012. Es una balada muy simple y repetitiva en donde glorifica al cantante de rock pesado. Cabe señalar que mucho antes de ser famosa, Lana a.k.a. Elizabeth Grant había escrito una canción llamada “Axl Rose Husband”. La última canción del disco, “Is This Happiness”, ofrece un perfecto final a piano donde se cuestiona el modo de vida con su novio, repleto de música, drogas y peleas. Nos cuenta que él se cree una de especie de Hunter S. Thompson, pero ella sólo cree que está loco.
Este último material discográfico (para enojo de algunos) explota puramente el núcleo de lo que significa ser Lana Del Rey: una Nancy Sinatra del siglo XXI con un acto basado en simular tristeza, embellecerla y empaparla de múltiples referencias a personajes y lugares de la cultura pop estadounidense. Para esto, la diosa del chamber pop defiende a pulso su estilo con 15 canciones nostálgicas (16 si son intensos como yo y compran “Flipside”, el bonus track en Japón).
