Brazuquita

Nos tocó vivir el último traslado en carretera. El último espacio con el viento en contra para reflexionar. Fue un día gris. Aunque el camino nos brindaba ideas y aspectos nuevos a evaluar, solo encontrábamos lo mismo: resignación. La Brazuquita y yo tuvimos nuestra última comida en Fortaleza. En un lugar que siempre estuvo a reventar en estos días, pero que se vació con la huida de los mexicanos. Ayer era un desierto. El lugar se llamaba Boteco y estaba a unos metros de playa. Con excelente comida pudimos ver una parte del juego entre Francia y Nigeria. Pero tuvimos que tomar carretera. El destino fue Natal, una vez más.

El objetivo era seguir bajando hacia Río de Janeiro. Fueron 7 horas de camino que se antojaban fáciles pero ya que las caminas y manejas es diferente. Fue un largo camino. Una vez más se cruzaron burros. Esta vez fue peor por la hora en la que la manejamos. Una carretera cubierta por la noche, exclusivamente alumbrada con la luz que daban los autos y dos carriles que impedía maniobrar. Así fueron siete horas de camino.

Se acabaron los temas de conversación y las ideas. Solo queríamos llegar y descansar. Fue un camino eterno pero era necesario. Ni modo de permanecer el Fortaleza sobre la lápida del Tri durante meses. Había que dar el siguiente paso. Intentar olvidar y continuar con lo planeado. Continuar con la cobertura y entender que futbol sigue y que aún no tenemos campeón. Eso haremos. Esperar al equipo campeón y ver el gran futbol que nos espera.

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