Por Luis Mendoza
Euforia, colores y psicodelia vienen a la mente cuando pensamos en la mítica banda de Oklahoma: The Flaming Lips. En esta ocasión, el último álbum de estudio de la banda nos presenta un lado introspectivo y oscuro, que puede llegar a aterrorizar hasta lo más profundo. The Terror es un viaje al lado más tenebroso de las mentes de Wayne Coyne y Steve Dorzd; un viaje que hay que experimentar por uno mismo para decidir si éste lado gusta o no.
El álbum contiene nueve tracks llenos de experimentación instrumental y vocal; sonidos que parecen provenientes del rincón más oscuro del espacio. Dorzd explica en una entrevista para Pitchfork, “Convertimos un par de sonidos que nos gustaron en canciones completas”. Ésa es la diferencia fundamental entre The Terror y todo lo demás, The Flaming Lips toman una dirección distinta en su proceso creativo; ya no hay distinción entre versos, coros o progresiones de acordes. Las canciones fluyen y se mezclan una con otra en un viaje de 54 minutos lleno de experimentación, loops, riffs de sintetizadores, feedback y susurros.
El disco comienza con “Look… The Sun is Rising”, track que contiene la mayoría de las progresiones de acordes distorsionados que sobresalen en el disco. La transición entre la primer canción y “Be Free, A Way”, la segunda, es imperceptible. Bajo esta línea continúa el resto del álbum. La cuarta pista, “You Lust”, se extiende a trece minutos que nos sumergen aún más en el viaje introspectivo que es The Terror.
Existe una especie de diálogo en el desarrollo del disco, que modula entre momentos de tranquilidad y momentos que se convierten progresivamente en aullidos de terror y desesperación. “Butterfly, How Long it Takes to Die” y “Turning Violet” son las canciones en las que más se aprecia ésta dinámica sonora que acompañan las voces de Coyne y Dorzd.
The Terror no es un álbum que vaya a pasar a la historia dentro de la carrera de la excéntrica banda de Oklahoma. Es algo sumamente distante a Yoshimi Battles the Pink Robots (Warner Bros, 2002) o Embryonic (Warner Bros, 2009), a pesar de la enorme divergencia entre estos. Su nueva entrega parece más bien el bajón que surge después de un increíble viaje, la depresión que genera regresar a la realidad tras un momento de éxtasis. En palabras de Wayne: “Queremos –o queríamos– pensar que sin amor uno desaparecería… ahora sabemos que, incluso sin amor, la vida continúa”.