Synchronicity de The Police: oscuridad en colores primarios
En 1983 el mundo conoció el principio de conectividad casual ligado a lo invisible: la sincronicidad. Si bien los aficionados al rock no leyeron a Carl Gustav Jung precisamente, The Police supo transmitir con sus instrumentos lo inexpresivo de la ciencia insusceptible; de manera tan sutil, como la relación entre una lluvia de estrellas y una llamada inoportuna de tu madre; tan caprichosa, como la diversidad de estilos musicales que integran una de las obras maestras de los años ochenta: Synchronicity.
Hace cuarenta años que Sting, Andy Summers y Stewart Copeland caminaron sobre las huellas del estrellato gracias a su quinto álbum de estudio; fueron los amos de toda la escena visible aunque ―al igual que los dinosaurios de "Walking in Your Footsteps"―, ya no hubo futuro para ellos. A pesar de que Synchronicity vendió 10 millones de copias, la relación entre los músicos ya estaba desgastada y el esperado sexto álbum nunca apareció.
Desde la portada en colores primarios, realizada por Jeff Ayeroff y Norman Moore, con fotografías de Duane Michals, se puede ver rotar una serie de situaciones tan diferentes como descriptivas de lo que ocurre en el interior: un libro, un teléfono, un esqueleto, un reloj, una sombrilla, una cabra… elementos que se mencionan en las letras, de manera explícita o alegórica, bajo el filtro de tres tonalidades de colores: azul como la ballena, rojo como el zorro y amarillo como el Sol, de acuerdo a los colores en la letra de "King of Pain"; aunque las fotografías en tonos grises, ausentes de colorido, son las que reflejan la oscuridad real del contenido, disfrazado de canciones pop.
El lado A (de acuerdo a la distribución del LP) es un trance surrealista entre diferentes épocas de la historia, desde el mesozoico hasta el socialismo, con reflexiones sobre la religión, las relaciones sociales y algunos postulados filosóficos. Basta escuchar el preludio, "Synchronicity I", para amar inmediatamente el álbum: un poema rockero-científico de paso acelerado; "Walking in Your Footsteps", con sus percusiones primitivas, hace una analogía entre la extinción de los dinosaurios y la nuestra; "O My God" es uno más de los lamentos de Sting respecto a su constante sentimiento de soledad (léanse, por ejemplo, las letras de "So Lonely", "The Bed's Too Big Without You" o "Every Little Thing She Does Is Magic"… de esta última, de hecho, se retoma un párrafo de manera textual en "O My God":
"Do I have to tell the story of a thousand rainy days since we first met
It's a big enough umbrella but it's always me that ends up getting wet"
(años después, ésta misma frase volvería a aparecer en "Seven Days", del álbum Ten Summoner's Tales de 1993).
En un trío dominado por las composiciones de Sting, las pistas 4 y 5 del lado A son las contribuciones al álbum de Andy Summers y Stewart Copeland: "Mother", el estridente reproche a la madre fastidiosa (no recomendable para publicarla el 10 de mayo) y "Miss Gradenko", un relato en tonalidades de reggae sobre una mujer rusa. A pesar de la diversidad de géneros que aborda la banda durante el álbum, en conjunto hay unidad, hay un estilo identificable, resultado de cuatro álbumes previos en los que se desarrolló ―a pesar de sus terribles relaciones personales― una gran química musical entre ellos.
El lado A cierra con uno de los temas más enigmáticos en la historia del rock. "Synchronicity II" podría ser descrita musicalmente como una pieza de new wave con agresivos tintes de heavy metal; en ella se narra la historia de un padre de familia: desde que despierta tiene que lidiar con su familia disfuncional, para luego afrontar las humillantes situaciones en la oficina y de ahí salir al insoportable tráfico británico… mientras, a muchas millas de distancia, en Escocia, el Monstruo del Lago Ness ha decidido emerger a la superficie. El solo análisis de esta letra merecería ser objeto de estudio en la Universidad de Oxford. Por un lado, se establece claramente el concepto de sincronicidad del álbum: mientras aquí sucede una cosa, en otro lado sucede otra, sin conexión; por otro lado, representa un contraste entre la vida urbana contemporánea y la prehistórica; finalmente, el monstruo representa los sentimientos oscuros del padre de familia, a punto de salir a la superficie porque ya no puede más.
El lado B es tan fascinante como escalofriante. Cada nota, cada letra, cada imagen en el álbum están ahí esperando ser escuchadas, leídas, observadas: si bien el sencillo "Every Breath You Take" se convirtió en un himno romántico de su época, en realidad trata sobre un acosador posesivo: "en cada cosa que hagas, estaré mirándote". Esta simplificación no sólo afectó la percepción de la letra, sino de la música, que es mucho más compleja de lo que aparenta. "King of Pain" es un reflejo personal del dolor de Sting, con imágenes sin ninguna relación, pero que expresan mucho dolor: una ballena varada en la playa, una mariposa atrapada en una telaraña, un esqueleto ahogándose con un mendrugo de pan; la sincronicidad aplicada a la experiencia personal.
Antes de que el álbum cierre dignamente con "Tea in the Sahara" y "Murder by Numbers", está otra de esas composiciones dignas de ser desmenuzadas: "Wrapped Around Your Finger" es un relato filosófico-artístico que hace referencia al Aprendiz de Brujo de Paul Dukas, con mención a los monstruos griegos Escila y Caribdis y a la leyenda alemana de Fausto, en una declaración de orgullo en la que el alumno superará al maestro y lo reemplazará. La música es inusual para un sencillo que fue reproducido tanto en MTV, con una batería que corre a destiempo, en una especie de polirritmia. Pero además de esto, el video es realmente notable ya que, para expresar el sentimiento etéreo de la canción, fue filmado con la música rápida y los integrantes tocando velozmente, pero a la hora de correr la música a tiempo real, las imágenes parecen estar en cámara lenta.
Por inexplicable que parezca, la oscura profundidad de las letras de Synchronicity y la complejidad de su música, coproducida por Hugh Padgham (XTC, Genesis, Human League), no fueron obstáculo para que el quinto álbum de Police ―lanzado el 17 de junio de 1983― fuera un éxito crítico y comercial, vendiendo más de 10 millones de copias. Era otra época. Con las plataformas musicales, ya ni siquiera se venden tanto los álbumes… y ya no se necesita saber escribir para crear éxitos.