Una oda al deseo sexual, los impulsos inconscientes y la culpa. Una pareja de extraños que lo único que quieren es estar juntos. Viven vidas que no aprecian, tienen mucho y al mismo tiempo no tienen nada. Los instintos básicos no se satisfacen y todo lo demás, lo verdaderamente complejo, la familia, el cariño, el apoyo y las responsabilidades con los demás, son relegados, dejados aparte. Las oscuras primaveras del veracruzano Ernesto Contreras, sorprende por mucho más que por presentar al hombre comportándose egoístamente. Con un subtítulo que peca de verdadero: “ni el amor es más fuerte que el instinto”. El instinto es una forma desesperada de llegar a la libertad pero, ¿en verdad es el hombre libre? La existencia en sociedad demanda tantas cosas que a veces lo único que se busca es la total soltura de nuestros instintos carnales. En un punto de la película entendemos que los personajes son humanos. Que todos vivimos reprimidos, hay límites que eliminan la posibilidad de ser completamente libres. La temporalidad, la muerte, la culpa, la fragilidad de la existencia, el compromiso y la subjetividad son conceptos que son inseparables de la finitud de nuestro mundo. Aunque los existencialistas exigen un nivel de responsabilidad consigo mismo y hacia los demás entienden que la libertad humana trae consigo los sentimientos de angustia, desamparo y desesperación. Angustia ante el hecho de que es uno mismo el responsable de sí mismo y de los demás; desamparo porque la elección se hace en soledad, se inventa la moral; y desesperación porque no es posible un control completo de la realidad. El tono de Contreras respeta estos tres principios.
No hay manera de enmendar las buenas intenciones con los malos efectos. Se pone toda una interrogante alrededor de lo que llamamos amor y no sólo el de pareja, sino también el maternal. Pina e Igor, Irene Azuela y José María Yazpik son las caras de este amor fatal que hará́ que sus vidas, y las de todos los que son cercanos a ellos se derrumben. El amor así́ es una forma de afecto consciente y comprometida con la vida del otro, no un impulso insensato. El guión escrito por su hermano, Carlos Contreras y la fotografía por Tonatiuh Martínez demuestran que Contreras está bien acompañado desde hace varios años. Escoge el transcurso del otoño a la primavera como escenario sombrío y gris. Un tiempo en donde todo es incierto. La primavera envuelta en contradicciones.
@patscastanon