Por Joan Fuentes Disney
Deerhoof es errático y divertido, nunca aburrido. Escucharlos es como ir a la cochera de un amigo que insistió que fueras a ver su banda y, aunque fuiste a la fuerza, lo DIY y la pasión del proyecto es cautivante. Te quedas ahí y sonríes como tonto. Lo mejor es que después de veinte años, Deerhoof es la misma locura espontánea que los formó como banda.
Regresan con La Isla Bonita a través de Polyvinyl, una de las pocas disqueras que aceptarían que la banda continúe trabajando como lo ha hecho desde hace años, cuando ellos mismos lanzaban su música para que solo los raros la escucharan. El disco fue grabado en el sótano del guitarrista Ed Rodriguez, quien vive al lado de un estacionamiento. Fue perfecto para hacer todo el ruido que quisieran. Después de una semana de encierro, incontables sesiones en vivo y demasiada salsa picante en la comida, el álbum estaba grabado.
El disco número trece de Deerhoof se puede comparar con una caminata por una ciudad caótica. Es sentir la armonía que la cacofonía citadina puede llegar a adquirir. Inspira a bailar y a sacudir a alguien que se ve demasiado tranquilo. La portada del disco lo refleja: el caos de un mar de concreto. Pero ésto para nada es algo feo y sin color, sino que la diversidad de sonidos y ritmos provoca éxtasis y entusiasmo hacia la vida. Hay momentos muy punk-rock, donde reinan guitarras y poderosos bajos. De repente, todo cambia y llega la disonancia característica de Deerhoof. De alguna manera, la banda logra que se siga queriendo bailar. Tal vez simplemente se deba cambiar de paso.
Una excepción es “Mirror Monster”, una placentera balada hipnótica. Viene acompañada por un video que, en realidad, llevó a la banda a escribir la canción. Los acordes lentos del guitarrista junto con la absorbente voz de Satomi Matsuzaki son perfectos al presenciar la deliciosa destrucción de autos en un deshuesadero. En serio, se siente bien.
En contraste, tenemos el tema “Exit Only”, el cual se inspira en “Pinhead” de los Ramones, un cover que frecuentemente tocan en vivo. La influencia es clara, pero el toque Deerhoof se mantiene palpable. El oyente se pierde en seguir la peculiares líneas de Matsuzaki, “Too many ‘choice’ to order breakfast!”.
La banda dice haberse inspirado en David Bowie, Lou Reed, David Byrne, Sonic Youth, The Flaming Lips, Radiohead y Beck, burlándose y haciéndoles reverencia al mismo tiempo. Pero La isla bonita se trata, primordialmente, de la ecléctica comunidad de fans que los han seguido a través de los años. Es un tributo a todos los momentos locos que se vivieron durante conciertos, en interacción con toda esa gente que busca el caos y que lo ha encontrado con Deerhoof.
La Isla Bonita — Deerhoof (Polyvinyl, 2014)