Justo el primer día del mes dedicado a la reina romana de los dioses, Juno, El Plaza Condesa fue testigo de una noche digna del culto de tal deidad antigua en el Festivalatina, tremendo concierto organizado por Discos Intolerancia yContrapedal Música que encontró el momento preciso para convidarnos a gozar de la presencia de cuatro grandes voces emergentes de Latinoamérica en la misma velada.
Pasando un poco de las veintiún horas la sangre joven del jazz de la ciudad, Ingrid Beaujean, borro el silencio del escenario y frente a la mirada expectante de los asistentes amplifico su trino de principio a fin cual Cuento, su primera producción como solista lanzada el año pasado, con “Diferentes raíces”. En una actuación delirante del baterista Pedro Cervera, la eterna integrante de Beaujean Project nos paseó por temas de su disco debut y un par más de su amplísimo repertorio, culminando con “El rescate afortunado” como perfecto envión de lo que vendría.
La gallarda cordobesa, Sol Pereyra, entro con todo el calor de su ritmo con “Mente superior” y como un huracán continuo llenando de “Agua” los oídos del público que bailaba frente a ella, sin saber que afuera el asfalto era golpeado por las gotas del cielo. La cantante y actriz nos sedujo con tracks de su última producción mientras superaba algunos problemas técnicos haciendo carantoñas de su histrionismo y dando catedra de parolaccias en italiano, culminando el bamboleo de la concurrencia con “Ay” al lado de su paisana Vivi Pozzebón y algunos afortunados fans que la acompañaron en el pulpito.
Toco el turno de ser acariciados por el “Brillo activo” del terso sonido de Leiden quien embeleso a la audiencia con todo el quebranto y esperanza de las composiciones de su único disco homónimo, regalándonos en el trayecto una pizca de su próxima producción con “Vida circular”. Las precipitaciones afuera del recinto de la Hipódromo Condesa eran inciertas, sin embargo bajo el hechizo de la cantante cubano-mexicana “La huida” estaba prohibida, ni siquiera cuando su garganta hizo gala de sus alcances en “Cuando soñaba” y los asistentes anhelábamos más de su siguiente álbum.
El acto más esperado de la noche era el de la representante de Brasil en el que, de pronto y sin mediar algún saludo, resultamos sacudidos por la primera frase de “Prumo”, track inaugural de Dancê, disco que le valió el Grammy al mejor álbum de pop contemporáneo brasileño el año pasado; “Começou/Agora você vai tomar conta de si”. Así Tulipa Ruiz nos fue llevando por sus tres producciones, diseñando con gran oficio la atmosfera perfecta para el momento que todos esperábamos, convidar a sus demás colegas a compartir el escenario y cantar en español “Efímera”, tema que dio título a su primera producción. No obstante la amenaza de su entrada no desmerito el disfrute de los presentes de la potencia su voz durante toda la actuación, hasta que el esplendor llego cuando su lengua viperina nos voló la cabeza con una salvaje interpretación, llena de garbo, de “Víbora”. Y mientras recuperábamos el aire y agradecía la gracia de su primera presentación en nuestro país reconoció un viejo compañero de facultad entre los espectadores, sentenciando; “Mira que vueltas da la vida, ahora yo soy cantora y tu… borracho en México ¡Que viva la vida!” en tanto su antiguo compañero levantaba su vaso brindando por la cantora paulistana. Fue así como la banda comenzó a tocar y ella desapareció de la escena mientras su voz seguía extasiándonos, de pronto apareció entre el público, sonriendo y dejándose mimar por los fans que no dejaban de alabar su sencillez. Los gritos pidiendo “otra” canción se mixturaban con los “mais uma” de sus compatriotas, sin embargo era el final de un recital bárbaro.