Por: Alonso Salamanca (@brolonso)
En Junio de 2013 nació en redes sociales la banda de crust punk y sludge Annapura, misteriosa en ese entonces por razones que no debemos obviar: Su inclusión dentro de colectivos artísticos que se encuentran fuera del circuito habitual de eventos en las zonas más concurridas de la Ciudad de México, así como su continua participación en shows independientes con tan poco crecimiento han acrecentado su base de fans y los han acreditado frente a sellos ya establecidos como Los Grises y Marginal.
Es precisamente a través de estos dos sellos que recibimos ANNAPURA, el álbum debut de esta agrupación que une a miembros de otros múltiples proyectos, entre ellos la banda de rock experimental Muuk y el difunto proyecto de screamo/post-hardcore Te Lloraría Un Puto Río (quienes dejaron sólo un bandcamp medio vacío y unas cuantas canciones sueltas en distintos splits y sencillos raros en sellos desaparecidos, además de un legado que por desgracia fue muy poco respetado por el futuro crecimiento del género en México).
En escasos diez minutos, ANNAPURA taladra a alta velocidad los oídos de quien los escucha , irónicamente manteniéndose fiel a una estética crust que se caracteriza por altos niveles de distorsión, ritmos influenciados por el thrash metal y la predilección de los bajos, presentes en su justa medida dentro del álbum. El uso del lenguaje distorsionado hace más difícil descifrar lo que los integrantes le quieren decir al gobierno o a sus vecinos: argumentos escatológicos y políticos, poderosos en imagen y palabra, propios del hardcore punk y perfectamente ajustados a cada una de las ocho pistas que conforman el disco.
Sin duda alguna, en el aspecto musical tienen mucha razón al notarse una cultura sonora que va más allá de cualquier banda de "hardcore con playeras oficiales". Annapura logra un cometido que no muchas bandas logran: mantenerlo real en cuanto a estética de manera que obtenga congruencia de facto en el discurso. La banda hace una gran fusión de géneros que van desde lo inescuchable a lo vanguardista, tratando su mezcla con claridad, sensatez y velocidad justificada que conforman un álbum sólido y fiel a sus raíces musicales. Después de todo ¿a quién le importa si el crust es grabado en un estudio profesional o no en el siglo XXI?