Alt- J no es una banda con muchos discos en su haber. Alt- J no cuenta con una larga trayectoria musical.
Alt- J no tiene un show lleno de luces y visuales que impactan al público por 2 horas.
Alt- J tampoco tiene los éxitos suficientes para que la gente coree en sus conciertos… ¡Error!
Es en este último punto es donde falla la ecuación porque tal vez eso fue lo que hizo que la banda agotara dos fechas en la Ciudad de México y que la espera por verlos terminara la noche del martes 6 de agosto, en medio de gritos y aplausos en el Plaza Condesa.
Entonces, a partir de los primeros tres puntos de esta reseña, ¿cuál era la garantía de escuchar a Alt-J en vivo?, simple: con tan sólo un disco han logrado construir un sonido propio y dejar boquiabiertos a públicos de distintas latitudes, sus fans mexicanos no serían la excepción a la regla.
El esplendor de esta banda no se debe a los coros repetitivos en alguna canción, Alt-J actúa como cuatro pilares que sostienen un edificio, cada uno con su respectivo instrumento como herramienta. Un tono de voz nasal, agudo pero suave al mismo tiempo, los teclados en los que reposa el resto de la instrumentación, un bajo que fortalece el sonido de cada canción y la batería ejecutada por un joven que se muestra concentrado, pensativo y hasta ensimismado mientras el público corea y acompaña con aplausos el ritmo de cada instrumento.
En conjunto son herméticos, no así los cientos de personas que ya esperaban impacientes sencillos como “Tessellate” o “Fitzpleasure”, los gritos no se hicieron esperar mientras cuatro tímidos chicos provenientes de Leeds, Inglaterra, se disponían a enchinarnos la piel.
El show se convirtió en una ola emocional que comenzó con “Intro”, pasó por “Something Good”, “Dissolve Me” y la muy coreada “Breezeblocks”. Metódicos momentos que llegaron a construir un melodioso paisaje lleno de sutilezas.
La noche fue un escaparate perfecto para disfrutar del sonido que se identifica y asocia inmediatamente al cuarteto británico que en poco tiempo, ha demostrado que sus shows en vivo se traducen en momentos que van más allá de una foto en Instagram, un Vine, un tweet o cualquier elemento efímero que salga de un Smartphone.
Además del recorrido obligado por su disco debut –ganador del Mercury Prize– An Awesome Wave (Infectious Music, 2012), el setlist lo rematan con algunas canciones más, entre las que destaca un mash-up de “Slow” de Kylie Minogue y “Still Dree” de Dr. Dre, una extraña mezcla de ritmos y géneros musicales que sólo en Alt-J resultan una exquisitez.
Se agradece el hecho de que durante más de una hora, se vivió un sutil hipnotismo del que fue posible salir, sólo al final del concierto y quedo claro que un show de Alt-J no basta con contarlo o escribirlo, hay que vivirlo porque más allá de la alfombra roja de premios destacados, esta banda ya se pasea por la alfombra roja de toda una industria musical.