Mientras el divino Marajá disfrutaba de la deliciosa y exótica gastronomía de Jucapó (cabezas de cocodrilo acompañadas de vino de roedor pocajuta) miraba con atención dibujos animados clásicos, esos donde sale el ratón más famoso del mundo, de fondo sonaba en la tornamesa una música alucinante que de inmediato puso a menear las caderas de su Alteza.
Por decreto real diversos doctos en las materias de sabrosura rítmica se dieron a la tarea de rastrear festivas y peculiares melodías. El resultado es el siguiente: la compilación se llama Jukebox Mambo. Rumba and afro latin accented rhythm & blues 1949-1960 (Jazzman Records, 2012). Por si fuera poco consta de dos volúmenes, el otro se titula: Jukebox Mambo Vol 2: Afro Latin Accents In Rhythm & Blues 1947-61 (Jazzman Records, 2014); esta dupla que arroja la jugosa cantidad de 44 cortes del más grasoso y gamberro blues, combinado con ritmos del delta del Mississipi, frenéticos tambores importados del África, bepop caótico-danzarín, rockabilly en estado puro y orquestaciones que remiten a las big bands. Por si fuera poco, el sabor latino hace gala con mambos estruendosos, rumbas y el infaltable spice chicano.
Tal curaduría corrió a cargo del músico, productor y DJ inglés Liam Large, quien con un gusto exquisitamente pocajuta compiló sendos materiales (muchos de ellos olvidados) que al penetrar el sistema auditivo de los oyentes los pasea por tugurios de mala muerte en Louisiana o New Orleans, por los campos algodoneros donde el gospel reconfortó en sus largas jornadas a los trabajadores negros, incluso a la frontera tex-mex y su mestizaje cultural y musical. Desde el momento en que se presiona el play, o se posa la aguja en el disco, las ondas emitidas convierten al público en cautivos escuchas de voces rasposas y enérgicas, en esclavos del ritmo hechizante del alma rebelde y salvaje de la negritud norteamericana: esos locos que se contoneaban como posesos y aullaban como si a diario hubiera luna llena, esos que inspiraron a Kerouac, Cassady, Ginsberg, Burroughs, Corso y compañía. No queda más que rendirse irremediable y gozosamente al sonido indómito emancipador que emana de las bocinas.
De las largas deliberaciones en torno a Rumba and afro latin accented rhythm & blues 1949-1960, los especialistas destacaron las siguientes interpretaciones: “My Isabella” de Danny Cobb, track áspero, con un rasgueo de la guitarra crudo-sucio y acompañado de una voz que tiende al lamento ululante.“Salty dog” del aullador Marvin Philips, eriza la piel e incita al pandemonium. “Los chucos suaves” del inefable Lalo Guerrero (sí, el de las ardillitas) hicieron que su Majestad le sacará brillo a la pista multicolor del palacio. Mención aparte merecen las amazonas presentes en ambas producciones, interpretaciones suculentas, liberales, dirty y sensuales, como la de Camille Howard en “Shrinking Up Fast” o la de Gloria Irving en “I Need a Man”.
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El viaje catártico del primer material dejó exhausto a su Alteza y a su equipo de colaboradores, sin embargo, las ansias y hambre de perlas auditivas pudo más que el cansancio. Del disco Vol 2: Afro Latin Accents In Rhythm & Blues 1947-61 destaca el apoteósico inicio con el tema “I Love Your Many Ways” de Lincoln Chase. “Calypso Blues” de Zilla Mays es una mezcla de deliciosa rumba-calypso y R&B interpretado con una voz de Lolita que incitaría al pecado incluso al más pulcro. T-Bone Walker hace del blues un conjuro que envuelve el alma de quien se aventura a escuchar su doliente guitarra en "Plain Old Down Home Blues", “Pachuco Mambo” de Don Tosti y su Conjunto levantaron una polvareda descomunal en los patios de la capital isleña que llegó a confundirse con un ataque de langostas.
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Su Excelencia agradece a Liam Large, nuevo súbdito del reino, por su labor de curaduría-antropología musical y su refinado olfato para percibir joyas que se encontraban vedadas a la mayoría del mundo. Discos aprobados por el Gran Consejo Pocajuta para la Salud Musical.
¡Aloha!
Por: Aarón Ávila @chicledeletras