Por: David Segundo (@muranio22)
Aunque el dolor de cabeza es notable, el aficionado pambolero sufre más por el vacío. Un mes lleno de carnaval que nos regaló humillaciones brasileñas y españolas, goles espectaculares, un penal inexistente que refuerza la cicatriz nacional, la leyenda de Klose encumbrandose como máximo romperredes de la competición, un Messi desdibujado y finalmente el tetracampeonato de la poderosa Mannschaft.
El Mundial era el analgésico perfecto para la mayor parte de la sociedad, los problemas son olvidados gracias a 22 jugadores corriendo en la cancha. En La sociedad del espectáculo, Guy Debord declara que el espectáculo (en este caso Brasil 2014), sirve como un instrumento de unificación social. Durante 30 días son irrisorias las diferencias económicas, políticas o nacionalistas. Por ese motivo la resaca es profunda, no sólo se pierden sesiones maratónicas de partidos de fútbol. Se desvanece el espectáculo capaz de hacer olvidar las calamidades diarias, y de unir a un país resquebrajado.
Sin tiempo para lamentos, este fin de semana arranca un nuevo torneo de la Liga MX. La playera verde se guarda en el armario, salen del olvido elásticas del odiado América, prendas rojiblancas con miedo al descenso, y algunas playeras desempolvadas de los rastafaris Leones Negros de la UDG.
El guión ya es conocido: primera parte de torneo infumable donde los equipos se están "adaptando", y cuando faltan tres jornadas se hace lo imposible para llegar a la Liguilla. El aficionado sufre con una infinidad de partidos moleros, hasta llegar a los encuentros de matar o morir. Al final la unificación mundialista se pierde, se emite el grito de "puuuto" en todas las direcciones, y el pueblo vuelve a sufrir con los conflictos diarios. El tiempo transcurrirá lentamente hasta que en 2018 Rusia vuelva a levantar esperanzas, y los problemas no existan durante un mes, mientras se juegue el deporte más bello del mundo.