El Mundial no empieza con el silbatazo inicial del Brasil-Croacia. No, éste ya arrancó oficialmente desde el momento en que el álbum Panini comienza a circular. Con una vehemencia que no se puede contener hasta al día inaugural, los coleccionistas metabolizan sus ansias de balompié en un pasatiempo que los distraerá como un entremés, antes de la máxima comilona futbolera en el planeta. Coleccionamos para atesorar recuerdos o bien fantasear sobre lo que vendrá: para los niños, se trata de uno de sus primeros ejercicios por inmortalizar a sus héroes y poseerlos. Y para los adultos, es un acto de regresión a la infancia: retomar el poder de asombro ante un evento tan magno; un círculo virtuoso/vicioso que retorna a los años dorados de Copas del Mundo pasadas (y sus respectivos álbumes).
En sí, las razones para recopilar son de los más diverso: desde los infomaniacos, quienes memorizan bíblicamente las fichas de los jugadores; los creyentes, quienes viven cada hallazgo como un acto de fe (una estampa de Messi o un cromo con el escudo de la Selección de Brasil no llegan por circunstancias de fortuna); existen los/las estetas, quienes clasifican a los guapos, feos, de apellidos raros, mestizos –hijos de la globalización–, inconseguibles, indeseables (la estampa que siempre sale repetida); y las estampas con una historia colateral de tragedia: los que fueron descartados del “23” final (Landon Donovan, gracias), y hasta las tragedias, como la del “Chapo” Montes, a quien más de uno le ha prendido veladoras para que sane.
Ante todo, el álbum Panini es un acto de filatelia disfrazada de futbol (paralelo a la figura de las baseball cards gringas). Una micro-economía global regida por el azar, pero también por la ley de la oferta y la demanda. [A 7 días del (real) inicio del Mundial, a un servidor le hacen falta aún 34 estampas para completar el álbum: sí, ese punto de estancamiento donde ya no conviene comprar sobres, y es obligatorio salir de casa en busca de intercambiar las faltantes o adquirirlas a precios exorbitantes en el mercado negro].
Para conveniencia de los casos desesperados, este sábado, las marcas Panini y Adidas organizan “El intercambio de estampas más grande del mundo”, en plena cancha del Estadio Azteca. Por todos los medios necesarios, hay que finiquitar la obra. Es considerado de mala suerte que el balón comience a rodar, con un álbum chimuelo.
Texto originalmente escrito en Publimetro 6 de junio del 2014.