[PUBLIMETRO] México no iría al Mundial por “P*to”

Fue mi primera vez. Divertido, casual y en confianza. Hay todo un ritual y mucha gente lo disfruta. Yo era una novata. Alguna que otra vez lo ví en televisión a escondidas porque en mi familia no es muy bien visto. Ese día viví cambios de tabúes, fallas técnicas, 22 hombres atléticos y cerveza. Este martes ví mi primer partido de fútbol en el Estadio Azteca, en un México vs. Canadá.

Crecí con otras costumbres familiares, entiendo el fútbol como extranjera con guía turística. Lo más fascinante del evento para mí no fue la técnica –no se la vengo manejando– fue observar y mezclarme entre la tribuna y la porra de la Selección. Con sus debidas ovaciones, cánticos y gritos de guerra (por decirle de alguna manera al ya polémico “eeeeh p*to!!!”) se prepara el despeje, la porra se hace notar y acto seguido se anuncia desde una bocina oxidada (con Melquiades Sánchez Orozco, la voz del Azteca) que “La familia vive el fútbol con tolerancia”. Esto último no sucedía hasta hace poco, ya que la FIFA le urgió a la Federación Mexicana que controlara a su afición por emplear lenguaje de odio y homofobia. Hay quien sí se afecta, hay quien no le da importancia. Uno se acostumbra a normalizar lenguaje que en un inicio es –o fue– peyorativo. No ver el daño a terceros por falta de empatía se refleja en nuestro uso del castellano.

P*to es una palabra fuerte, de alienación incluso, que no entra dentro de las regulaciones de actitud deportiva y amistosa entre las naciones, ni para la FIFA ni en nuestra lengua. Habrá quien no opine igual, pero ahí está la RAE. “P*to” en efecto forma parte del español coloquial mexicano. Y su uso es parte del folclor del estadio. Lo és. También es cierto que es un insulto, la intención con la que lo diga cada uno de los más de 90 mil aficionados individuales es indiferente al que se trate de una grosería. El hecho de que tengamos que defender su uso alternativo como “débil” o “cobarde” sólo recalca de que se trata de un agravio. No existiría el debate si no fuera problemático.

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Se notan los esfuerzos de la FEMEXFUT por cumplir estas condiciones, en caso de no cumplirse se sancionará con una multa. La tarjeta amarilla va contra el público, pero la institución –y su generosa billetera que carga gracias a los patrocinios– paga los platos rotos. ¿Cómo va el regaño, entonces? Pueden poner al Chicharito a hacer campañas de sensibilización (poniendo los dedos “en changuitos”) y demás maromas; si la afición no se asusta, no escucha razones o simplemente quiere hacer lo que siempre ha hecho, lo va a seguir haciendo, sin ver a quien se lleva entre las patas. Soy nueva en esto del fut, pero me gustaría ver noticias de fuera sobre la Selección por su talento y no por nuestra neurosis colectiva embotellada en un grito de odio hacia un portero contrincante que ni vela tiene en el entierro de los problemas sociales del legado machista de nuestra cultura.

Nuestro lenguaje y actitud ultraviolenta tendrá consecuencias, como que nos veten de un partido local en las eliminatorias o que nos quiten millonarios goles en las mismas. Y si le seguimos puede que suban de nivel las penas, no sé si la FIFA esté dispuesta a perder público mexicano; pero para allá van. Parece que a México no le importa el no ir a un Mundial… de nuevo. Si se cumple la amenaza ahí sabremos con qué cara nos volteamos a ver. Quizá cuando prendamos la tele y no esté el Tri en el Mundial, entonces realmente entraría un debate sobre nuestras prioridades.

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