Por Daniela Muñoz
La noche del 31 de octubre se afirmó que el verde, no sólo se encuentra en nuestra bandera, y no sólo se ha limitado a ser discutido y sentar precedente en la Suprema Corte de Justicia, sino que también es el color de la anarquía en nuestro país o al menos eso confirma la autodenominada “Secta pagana de la montaña”-nombre tal vez influenciado por la fiesta pagana del mítico grupo Mago de Ôz- que se atribuyó las explosiones, registradas la noche del 31. Dos unidades del Sistema de Transporte del Estado de México (Mexibus) fueron atacadas por este grupo, mostrando su rechazo y repudio a la invasión y destrucción de la naturaleza, producto del frenético avance del desarrollo moderno.
El anarquismo, entendido como corriente de pensamiento y acción, que en una temprana época definió actitudes ante el Estado y posteriormente se conformó como un movimiento social y sindical, ha tenido presencia en México desde el siglo XIX pretendiendo una sociedad sin Estado ni autoridad alguna que atente contra la libertad natural de hombres y mujeres; considerando que reglamentar la libertad es atentar contra ella. La influencia anarquista de Bakunin, Proudhon y Kropotkin, dio surgimiento a diversos movimientos anarquistas mexicanos entre ellos, el Partido Liberal Mexicano encabezado por los hermanos Flores Magón a principios del siglo XX.
Aquel viejo planteamiento del siglo XIX se ha fusionado con nuevos enfoques, entre ellos la defensa radical del medio ambiente, que ha resultado en una serie de ataques “eco-terroristas” iniciados desde 2011 por diversos grupos anárquicos en el norte y sur de la Zona metropolitana del Valle de México; teniendo como objetivos bancos, instituciones educativas, instancias de gobierno, infraestructura pública, agencias automotrices y desde luego la realización de actos vandálicos en manifestaciones.
El FBI ha manifestado cierto interés en los ataques registrados el 31 de octubre y ha buscado mantenerse informado bajo la sospecha de que se trata de un grupo encargado de reclutar y entrenar a organizaciones anarquistas en el continente, realizando el mismo esquema: perfilar, ubicar y reclutar.
Sin duda los ataques anarquistas de los últimos años se han posicionado como un posible factor más de desestabilización de nuestro sistema de seguridad nacional, además de reflejar lo poco que se ha estudiado este fenómeno en nuestro país. En caso de que la sospecha del FBI sea confirmada, el anarquismo verde, no sólo representaría un reto para nuestras autoridades, sino también para nuestro marco constitucional; ya que si bien México cuenta con el Art. 139 del Código Penal Federal, nuestro país se ve limitado por la ambigüedad y vacío constitucional para actuar frente al terrorismo internacional, ya que la propaganda del terrorismo por internet y el reclutamiento para organizaciones extranjeras no están tipificados como delito.
@dnigmma
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