Hay programas que se vuelven parte de la cultura de un país y trascienden para convertirse en un referente mundial para marcar un hito en la historia de los medios; ése es el caso de Sábado Gigante. Programa que terminará sus transmisiones el 9 de septiembre del 2015, después de hacerlo por 53 años de manera casi ininterrumpida. Para tener un referente local, En Familia con Chabelo va por los 47.
El show de variedad conducido por Mario Kreutzberger (Don Francisco), empezó sus emisiones en Chile, y debido al rotundo éxito –llegó a tener el 80% de rating en el país andino– terminó por transmitirse prácticamente en toda Iberoamérica. El programa tiene tantos años como referencias culturales; Los Simpson, Family Guy y Garfield, son sólo algunos ejemplos donde fue mencionado, y que permite dimensionar el fenómeno en que se convirtió.
Se podría decir que Sábado Gigante “unió” a nuestra “raza”, de la misma manera que El Chavo del Ocho; ambos son parte medular de la cultura del continente y reflejan algunas características –positivas o negativas– de la región: no es alta cultura, pero sí han tocado por su simpleza a la masa, con base en el intelecto del común denominador.
https://www.youtube.com/watch?v=WRmhZk19cTY
Mensaje de agradecimiento y despedida de Don Francisco.
Si bien el programa marcó tendencias y Don Francisco se convirtió en un líder de opinión, hay detractores que dicen que su éxito se debe al trato poco digno que llegó a tener con sus invitados y público, así como por crear estereotipos negativos del latino y el uso –y abuso– de la imagen femenina.
Esto no es ajeno a nuestro país, donde programas como Sabadazo u Hoy hacen algo similar para lograr altos niveles de audiencia, lo que representa fuertes ingresos a las televisoras; al final del día, son un negocio que mientras funcione, continuarán al aire.
Más allá de emitir un juicio sobre si son buenos o malos, la pregunta va acerca del momento en que un programa debe terminar: ¿debe hacerlo en su cúspide, antes de convertirse en un elefante blanco? O continuar hasta que la fórmula se agote y muera lentamente como un enfermo terminal.