El papel de las Organizaciones No Gubernamentales en la violación de los derechos humanos Las violaciones a los derechos humanos siempre han estado presentes en la historia. Crímenes de guerra, delitos contra la humanidad y genocidios se registran desde antes de la Segunda Guerra Mundial, pero fue hasta el final de ella- a través de los juicios de Nuremberg y Tokio- que empiezan a tomarse en cuenta medidas para resarcir los daños causados a las víctimas.
Sucesos como el genocidio de 1994 en Rwanda, que dejó un saldo aproximado de 800,000 muertos o el caso de Uganda que, de acuerdo a la agencia de noticias Reuters, entre julio del 2009 y febrero del 2012 registró el secuestro de 591 niños para ser explotados sexualmente y entrenados para matar, son algunos de los asuntos tratados por Organizaciones No Gubernamentales.
En el marco de la semana de Relaciones Internacionales de la Universidad Iberoamericana, el director de contenidos del Museo Memoria y Tolerancia, Jacobo Dayán ahondó sobre las funciones de estos organismos, especialmente el de la Corte Penal Internacional creada el 1º de julio del 2002. “Lo que la institución pretende es retomar investigaciones sobre violaciones a los derechos humanos cometidos nivel mundial, para tratar de brindar justicia a las víctimas en los casos en los que sus países no han sancionado a los responsables de dichos actos.”
La Corte cuenta con un Fondo Fiduciario cuya finalidad es apoyar económicamente a los perjudicados. Como se muestra a continuación, su alcance ha sido tal que a la fecha 80 mil son las personas que han recibido estos recursos.
Sin embargo, pese a dichos esfuerzos sus alcances no son los óptimos. Prueba de ello es que en diez años sólo se han abierto siete casos y no se ha dictado más que una sentencia. Otros organismos como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se enfrentan a fracasos similares. Un ejemplo claro se muestra en la Guerra Civil Siria, en donde el organismo ha tratado de convencer a las potencias mundiales para frenar el conflicto, pero países como China y Rusa- debido a sus intereses políticos- han hecho caso omiso a dicha petición.
“El problema radica en que las sugerencias que estas asociaciones hacen a los naciones no son de carácter obligatorio. Es decir que no intervienen directamente en la aplicación de las leyes de un Estado. Mientras las potencias no se interesen por asuntos de este tipo, las ONGs seguirán sin tener resultados. Sólo a través de la solidaridad colectiva se logrará un respeto hacía los derecho humanos.”, finalizó Jacobo Dayán.