Omar Souleyman: la techno-boda remezclada

¿Recuerdan a ése cantante ridículo en la boda de tus primos? Omar Souleyman es algo así, sólo que en versión siria, bastarda, alucinante y completamente fuera de quicio. Souleyman mezcla en un solo sartén el dabke (estilo de música/baile donde es el golpe del pie contra el piso lo que marca el pulso, junto con melodías cantadas), techno, folk y teclados chillones sumamente llamativos, para cocinar un salteado de intenso candor y fiesta desquiciada.

A diferencia del cantante de bodas que siempre toca las mismas canciones, con la misma actitud y hace una fiesta predecible, Souleyman imprime un toque de locura a cada una de sus presentaciones, con acompañamientos electrónicos dignos de las pesadillas más exóticas.

Souleyman era un conocido en su país natal por ambientar bodas con su esperpento musical y, cuando ésta terminase, por regalarle la mezcla a la pareja. El músico Mark Gergis se obsesionó con su música e hizo una selección para vender en el mercado occidental. De ahí lo escuchó el productor electrónico Kieran Hebden (aka Four Tet) y... KA-BOOM, Souleyman saltó a la fama del world music por su exotismo innatural, sin genealogía clara y lleno de bullicio saltarín.

En su natal Siria (y otros países cercanos como Líbano), Omar Souleyman recibe odio y amor. Muchos aman su postura verbenosa pero otros la detestan, citándola como un mal representante cultural. Este comentario se ha vuelto lugar común dentro de los artistas que ocupan el sincretismo como arma (en México podríamos citar a Lila Downs), pero al resto del mundo parece gustarle esta visión arriesgada, propositiva y discursiva que parecen tener los músicos multiculturales.

Desafortunadamente, cuando uno piensa en Siria, las imágenes recurrentes son, hoy por hoy, las de resistencia civil y violencia armada. Omar Souleyman prefiere no pronunciarse a favor o en contra del conflicto. Pero, al menos como lo dijo en entrevista con The Guardian: “No estoy con ningún partido, estoy con seguridad y paz en Siria”. Este contraste, entre la música que remite al bacanal y la postura neutral, aunque pueda parecer contradictorio en realidad es simple:

Souleyman no es política. Es baile, es alucinación, es la locura instantánea empaquetada en canciones de siete minutos.

Mixtape: Amor de tercera edad

Publimetro: El amor en tiempos de Tinder