Never learn not to love you: La música de Charles Manson
1967 o el verano del amor; o “turn on, tune in, drop out”, drogas (LSD, obvio, mota, obvio), los “flower children”, pelos largos, Haight-Ashbury en San Francisco (o “Hashbury”, como le puso Hunter S. Thompson), Janis Joplin, sexo (y mucho), psicodelia, un despertar. Pero mientras millones de hippies predicaban sobre “amor”, en un pequeño departamento de Haight-Ashbury un hombre enmascarado en el furor de aquel verano, predicaba ideas completamente diferentes, sobre odio, sobre el fin del mundo. Fue en el 67 cuando empezó “La familia”, con Manson a la cabeza y varias mujeres como sus fieles seguidoras. En el 68, el culto se mueve a Death Valley, un valle en el desierto de California donde Manson se obsesiona con Los Beatles y su visión de “Helter Skelter”: una guerra apocalíptica que nacía de la tensión racial entre negros y blancos. “La familia” sería la responsable de desencadenar este acontecimiento. Su visión comenzó el 8 de agosto de 1968 con los asesinatos Tate-LaBianca, en una masacre de dos días en los que mataron a 7 personas. En la casa de Tate rayaron con sangre “Pig” en la pared y en casa de los LaBianca “Helter Skelter” en la puerta del refrigerador. La profecía nunca se cumplió; en la segunda semana de octubre de 1969 arrestaron a Manson y a otros miembros de “La familia”. https://www.youtube.com/watch?v=ezfy9NZh4ak
Cuando Charles Manson nació en 1934, mientras que su madre se decidía por su nombre, el hospital lo etiquetó como “no name”. Sin nombre, una persona que pasó innombrado durante una semana llegó a ser una especie de profeta y, en su momento, a estar en boca de todos, en mente de todos. La carrera musical de Manson comenzó en la primavera de 1968, cuando (por acciones totalmente azarosas) se muda junto con “La familia” a la casa de Dennis Wilson, baterista de los Beach Boys. Ahí grabó varias canciones, pero fue hasta su juzgado por ahí del 69, cuando Phil Kaufman dio a la luz la música del asesino bajo sus órdenes. Fue así como Lie: The Love and Terror Cult, grabaciones hechas entre el 67 al 69, nació.
Charles Manson continuó haciendo música en la cárcel, y sacó algunos álbumes más. En 1980, Completion, un disco de canciones acústicas grabadas por Henry Rollins, estaba programado para salir bajo el sello de SST Records, pero después de que la disquera recibió amenazas de muerte, este lanzamiento fue cancelado. De este disco solamente existen cinco copias, de las cuales dos las tiene el mismo Rollins. Pero el álbum más obscuro de Manson es aquel que nunca se lanzó. “La familia” buscaba crear un disco con su visión de “Helter Skelter” incluida en la letra de este. Así como los Beatles influenciaron a sus seguidores, Manson quería transmitir sus ideas a través una especie de álbum conceptual que hiciera que la gente se uniera a su causa. ¿Cómo habrá sonado aquella música? Sobre imágenes apocalípticas, odio y violencia entre los hombres, y sobre un futuro en donde Manson se veía como un dios, que gobernaba sobre todos y todas; sueños de sangre, con lo que Manson concebía como “amor”.
Lo más inquietante en la música de Manson, no es la música en sí –un folk sesentero bastante bonito, que se escucha como Bee Gees tempranos, o los mismos Beatles, como la música de protesta que tanto se tocaba en esa época–; no, lo que verdaderamente provoca un sentimiento de náusea al escuchar la música de este prolífico asesino es justamente eso: ¿cómo entender canciones que se escuchan tan inocentes, que hablan tan simplemente sobre niñas y amor, cuando su autor es una persona como Manson? ¿Es necesario separar al “arte” del “artista”? Pero nunca podremos olvidar lo que Manson hizo, lo que representó (y sigue representando). El sueño hippie a la inversa, Manson, junto con su comuna, creó un mundo ideal donde matar era lo correcto, donde la muerte, el odio y el miedo eran sus ideales. “Helter skelter” rayado en sangre en un refri. No, no podemos desechar al Manson asesino y quedarnos con el Manson músico. Y, aun así, si quisiéramos hacer esto, al escuchar su música nos damos cuenta de que algo se oculta en su voz: algo obscuro, desconocido, turbio. Más allá de las palabras, más allá de “never learn not to love you” se asoma el verdadero rostro de Charles Manson.