Por Chelita (@Se_los_dije)

Ñaka Ñaka suena a lo que escucharía una persona sonámbula durante su trance; al entretejer diferentes sonidos ambient mientras comete algún acto ilegal, al sumergirse en un bosque envuelto en una neblina hipnótica, al crear un paisaje sonoro en el que al final, se descubre que todo fue parte de una retorcida mente en alucinación.

Sus sonidos, lo mismo hacen referencia a la música incidental de telenovelas mexicanas (con todo y sus épicas villanas), como a antros extintos de la Ciudad de México. De esta manera, su música desprende cierta incertidumbre, miedo y desolación, pero sobre todo, una angustia inexplicable que se encierra en un mundo macabro del que no se sabe si se saldrá desquiciado o paranoico.

Basta con escuchar Juan Pestañas (Opal Tapes, 2013) para darse cuenta de que la importancia que Ñaka Ñaka le da al silencio en cada track, funciona perfecto para recorrer una ciudad en decadencia mientras la paranoia y ansiedad se apoderan de los sentidos. Esta música resulta enigmática, una fantasía onírica, totalmente noctámbula y que invita a experimentarse una y otra vez. El sonido de este productor mexicano, es un golpe en el estómago, así que lo mejor será ponerse blandito y dejarse llevar.