¿Puede la música curar un trauma?: los poderes terapéuticos del sonido
Imagina que eres un bebé recién nacido en una unidad de cuidados intensivos. Tal vez naciste prematuramente o no recibiste suficiente oxígeno durante el parto. Es posible que haya una vía intravenosa en tu pequeño brazo, con una placa pequeña que lo mantiene presionado para que no puedas arrancarlo. Es posible que tengas un tubo en la nariz. Estás solo…, pero finalmente estabilizado después de un evento traumático.
"Es como si finalmente estuvieras a salvo en tu agradable y cálida cama y de repente, de la nada, alguien te arranca las sábanas, te abre la ventana para dejar que entre el aire helado, te iluminan luces brillantes, y estás sin energía", dice Christine Vaskas Churba, musicoterapeuta del The Louis Armstrong Center for Music and Medicine Mount Sinai, New York.
Vaskas Churba trabaja en Neonatal Intensive Care Unit (NICU) y estos bebés son sus pacientes. Son criaturas de tacto y sonido cuyos sistemas fisiológicos aún están en desarrollo. ¿Cómo pueden calmarse en un ambiente donde están perdidos, aterrorizados, sin comprender?
Churba lo hace reproduciendo música, no a través de bocinas, sino allí mismo, junto a ellos. "Nuestro objetivo es recrear los sonidos del útero", expresó. “Siempre es en vivo, porque podemos modificar la música en el momento”
Para hacer esto, Churba emplea algunos instrumentos especiales. Uno de ellos se llama Gato Box, que puede recrear el ritmo del latido del corazón de una madre. Otro se llama Remo ocean disc—a drum, un tambor con pequeñas cuentas dentro, que silba de un lado a otro, imitando el sonido de los fluidos que recorren el útero.
Los bebés aterrorizados, atrapados en el modo de lucha o huida, se adhieren a estos ruidos familiares y lentamente se calman. Comienzan a respirar más naturalmente por su cuenta y se amamantan con más éxito. Transitan más tranquilamente al sueño.
La investigación incluso indica que la música ayuda a aumentar la saturación de oxígeno. Todos estos son beneficios asociados que permiten que los bebés permanezcan en el pecho de la madre, pero en la NICU, donde eso no es posible, la música y los tonos hacen el trabajo, representando la naturaleza.
Oxígeno, comida, latidos del corazón: a menudo no pensamos en la música como un conducto para estas funciones primarias. La idea de la música como algo que hacen los cuerpos humanos ha caído al margen a medida que los programas de arte desaparecen de las escuelas de todo el país, mientras que las canciones a menudo nos llegan como pájaros que montan discretamente sobre las espaldas de fenómenos culturales más grandes como las películas, videojuegos, televisión o los teléfonos.
Entonces, hay algo particularmente profundo en la idea de que la música podría enseñarle a un bebé recién nacido cómo respirar, cómo comer, cómo existir. La musicoterapia es un campo en crecimiento aún en su origen en los Estados Unidos. Es uno de los últimos santuarios restantes en el mundo donde la música cumple este propósito, conectándonos con las verdades humanas más básicas. Al escuchar las voces de tus padres vibrar a través del esternón, recostarse sobre su pecho y sentir el pulso de su corazón. Para la mayoría de los humanos, esta es la primera música.
Almacenamos estos sonidos en lo profundo de nuestro sistema límbico, nuestro cerebro emocional, donde registramos sentimientos y sensaciones. También es donde almacenamos las amenazas y los terrores profundos. Por ejemplo, si tienes un accidente automovilístico, tu neocórtex te ayuda a describir lo que le sucedió a los policías, pero tu sistema límbico es donde se mantiene el sonido de los neumáticos chirriantes, el ruido fuerte, y el desmoronamiento del metal.
Este vínculo subliminal ayuda a explicar por qué la musicoterapia y el tratamiento del trauma a menudo van de la mano. Los sobrevivientes de trauma a menudo tienen imágenes fragmentadas, sonidos u olores insoportablemente vívidos en su psique. Para muchos, la terapia de conversación tradicional ofrece poco alivio, ya que esas sensaciones están incrustadas debajo del cerebro del lenguaje. La herida traumática supurante también puede conducir a dificultades de aprendizaje, disociación, dolencias físicas y trastornos auto-inmunes
En esta brecha se vierte una gran cantidad de tratamientos alternativos, que incluyen yoga, acupuntura y musicoterapia. Si bien la noción de la música como agente curativo es tan antigua como la civilización humana, la musicoterapia se afianzó como profesión a principios del siglo XX como tratamiento para los soldados traumatizados. Después de la Primera Guerra Mundial, los músicos de la comunidad viajaron a hospitales de veteranos en los Estados Unidos para tocar para soldados heridos. Observando el profundo efecto saludable que tuvo en su trauma físico y emocional, los médicos comenzaron a solicitar que los hospitales contrataran músicos. El primer programa de licenciatura en musicoterapia en el mundo fue fundado en 1944, en el estado de Michigan. Cincuenta años después en 1994, la musicoterapia se convirtió en un servicio reembolsable para pacientes hospitalizados.
Al Bumanis, el director de comunicaciones de la American Music Therapy Association, estima que ahora hay aproximadamente 7,000 musicoterapeutas acreditados en el país, un número que ha visto aumentar lenta y constantemente durante la última década. La cantidad de campos que incorporan este oficio en la atención básica también ha aumentado, incluyendo todo, desde el manejo del dolor hasta los distritos escolares y la atención de hospicio. Pero en la conciencia popular, la musicoterapia y el trauma permanecen entrelazados. "Los musicoterapeutas han trabajado con la Cruz Roja, con socorristas, con niños de hogares violentos", dice Bumanis.
"Todos han experimentado un trauma en algún momento de sus vidas", dice Katie Down, musicoterapeuta en la ciudad de Nueva York. "Todos tienen una historia”. Down incorpora una amplia gama de técnicas en su práctica, pero como muchos, ella comenzó con la música primero.
Down estudió composición en la escuela de posgrado antes de ser golpeada por lo que ella llama "una pequeña crisis existencial: ¿de qué se trata todo esto y por qué estoy haciendo esto? ¿Cómo puede hacer esto algo mejor para el mundo?”. La pregunta la llevó a trabajar con refugiados en Bosnia y más tarde con aulas de niños en barrios rudos de Boston y Nueva York. "Comencé a entender lo que la música puede hacer para las poblaciones traumatizadas: puede ayudar a crear una sensación de normalidad, alegría, expresión", dijo.
"La música en la terapia no funciona para todos", agrega Down. "Pero creo que hay una parte de música en todos nuestros cerebros”. Los estudios han demostrado que incluso con enfermedades cerebrales degenerativas, como el Alzheimer, una de las facultades que quedan es nuestra capacidad para recordar melodías y canciones, incluso cuando no podemos reconocer las caras y los nombres de nuestros propios hijos".