(Arts & Crafts, 2011) En las familias numerosas, es fácil pasar desapercibido el talento y la personalidad única de cada uno de sus miembros, aunque siempre hay un miembro que destaca del resto, alguien tan especial que termina por dejar atrás a los demás. Tal es el caso de Leslie Feist, quien de ser una de las -hasta- 19 partes de Broken Social Scene, dejó la familia musical más importante de Canadá para transformarse en el exponente más reconocido de la misma. La fama llegó con The Reminder (Arts & Crafts, 2007), un álbum hecho con su otra familia: los productores Gonzales y Mocky. “1234” sonaba en comerciales de Apple y Feist la cantaría junto a Elmo en Sesame Street; difícil imaginar más reflectores para un artista de cuna independiente. Pasar de un discreto rol en un colectivo a ser una artista del Top 10 de Billboard y ganadora en los Grammy cansó a Feist la dejó sin inspiración para crear más música por varios años. Metals es el reencuentro de Leslie con su pasión por la música, un nuevo inicio donde regresa al sonido de sus primeros trabajos.
La creación de este nuevo LP comenzó en París, en el mismo estudio que Feist grabó The Reminder. En primavera Leslie fue a hacer unas anotaciones y regresó hasta el otoño para grabar casi enclaustrada durante 4 meses. La fórmula de este álbum es similar a los anteriores, Gonzales y Mocky continúan en la producción. La novedad es la incorporación de Brian LeBarton -tecladista de Beck- al equipo de grabación. Este hombre tiene el don de hacer que un teclado alcance el mismo sonido que cualquier piano, por más antiguo que sea.; un factor clave para el sonido obscuro y melancólico del disco.
En general, este disco está hecho para destacar la voz de Feist. En la mayoría de las canciones, un coro al unísono llena el espacio para que la voz de la canadiense se imponga en un clímax espectacular, desgarrador y emocionante. Metals no tiene sencillos para vender iPods, pero el viaje emocional que tiene el disco de principio a fin demuestra que Feist aún puede hacer obras enormes, discos coherentes que no tengan canciones de relleno.
“A Commotion” es la canción más enérgica del disco. En ella gritos furiosos e instrumentos de cuerda veloces rematan los desafiantes versos de Feist; un golpe tras otro, un buen resumen de gran parte del disco. La abridora del disco, “The Bad In Each Other”, parece dedicada a su guitarra, esa amante sin la cuál no puede vivir, pero al mismo la destroza de vez en cuando. Igual que cualquier relación de varios años.
Metals habla de soledad. Feist se tomó un descanso de año y medio para viajar, para estar sola y sobre todo para no despertar en una ciudad e ir a la cama en otra todos los días. Ese tiempo fue silencioso, Feist visitó Egipto, México y Francia para pasear en bicicleta, cosechar tomates y hundirse en el tedio del cotidiano. “How Come You Never Go There” es una muestra clara de la inspiración de Feist para este trabajo. Una lucha contra el aburrimiento, el desahogo de un año callado con demasiadas cosas en la cabeza y un cuerpo cansado.
Este disco no muestra un lado nuevo de Feist, solamente hace recordar el porqué destacó desde sus participaciones con Broken Social Scene y sus primeros discos. La voz es la misma de siempre. Metals es la pieza que debió haber existido antes del éxito descomunal de Feist, por un lado muestra sus composiciones más complejas y deja que su voz luzca a la perfección. Si este disco no llega a escucharse tanto no es por la calidad, sino por el dónde se encontraba la carrera de Leslie. Ni los ganchos, ni los sencillos brillan en este LP. Feist es luz y este disco es Feist.