Por Sebastián Rico
Todavía Christopher Nolan no rescataba de la bazofia en ciudad Gótica a Batman con su trilogía; un nuevo capítulo en la historia de Buzz y Woody era impensable y el joven Potter aún no conocía su destino. Aún más importante, antes de que el fenómeno 3D inundara despiadadamente las pantallas de los cines internacionales… antes de todo eso, llegó el 2003.
Aunque resultaría difícil imaginar la industria cinematográfica sin la presencia de eventos culturales como los que ya se mencionaron, el año que dio origen a 90.9 también fue testigo de grandes hazañas en el ámbito fílmico. Desde éxitos taquilleros y críticos, hasta subvaloradas joyas de culto, el tercer año del nuevo siglo no resultó falto de propuestas que valieron la pena.
Primeramente, fue un año lleno de comedias familiares, vulgares y musicales. Elf, con Will Ferrel, Bruce Almighty, con Jim Carrey (y por supuesto Dios, aka Morgan Freeman), el desastre que resultó ser El Gato, con aquel muchacho del Mundo de Wayne quien pocos recuerdan, y por supuesto, la célebre School of Rock. Tres palabras: Jack Black roquea.
Entre las aclamadas por la crítica yacen varias maravillas que raramente son recordadas. 28 Days Later, el thriller zombie de Danny Boyle (quien se encargaría de recoger la más preciada estatuilla unos años después por Slumdog Millionaire), 21 Grams (producto nacional), y Ciudad de Dios surgieron como excelentes propuestas, pero no lo suficiente como para aplastar al gigante que fue El Señor de los Anillos: Por Fin Terminó La Trilogía Nos Vemos Con Sus Billeteras En Nueve Años. El éxito taquillero garrafal y la trapeada que realizó en los Premios de la Academia ese año no dejó lugar a duda que ése sería recordado como el año de la épica conclusión de Frodo.
Aparte de este monstruo taquillero, existieron algunas otras películas afines con el vasto público norteamericano. La secuela a Spider-Man, Spider-Man 2, dominó el panorama comercial a mediados del año, con una de las mejores entregas del hombre arácnido y siendo la única cinta de un superhéroe importante del año (Hulk no era competencia). Buscando a Nemo también entretuvo a chicos y grandes por igual: Niños y niñas, peces y pesas, ballenas y krill.
Por otro lado de la moneda (pero aún muy cerca del mar) Johnny Depp encarnó al fruto de varias fantasías adolescentes con el capitán Jack Sparrow. Aún podemos oler el fétido aliento a ron hoy en día, con una quinta producción de Piratas del Caribe en camino.
Sin embargo, muchos argumentarían que la más emblemática película del año aún no ha sido mencionada. Kill Bill: Vol. 1. Nuff said. C´est fini.