Por Alan Luna
Cuándo se trata de telenovelas, hay de varias sopas. La primera es que —sin pudor alguno— admitas que ves todito el horario estelar de Televisa, TV Azteca, Univisión y hasta el canal específicamente denominado Telenovelas (en donde pasan puras de ésas producciones) se encuentra permanentemente sintonizado en tu casa. Otra es que “medio las ves”, y te echas de vez en cuando la comedia de las 9, junto a tu abuelita o tía —según. Una más radical, es la de detestar cualquier producto hecho por el demonio monopólico conocido como Televisa y, por ende, jamás se podría posar tu apreciada visión en tan repudiable producción mediática. Por supuesto que, dentro de éste último grupo, se esconden quiénes claman detestar las telenovelas por sobre todas las cosas existentes, pero que en un pasado no tan lejano, a las 4 de la tarde y de lunes a viernes, se juntaban con primos, amigos o solitos frente al televisor para ver a Belinda o Daniela Luján en sus tempranas actuaciones.
Podrán negarlo, pero una sonrisa escondida los delatará, seguramente alguna vez cantaron o sufrieron con los melodramas infantiles. Aquí una lista de los que marcaron varios corazones y derramaron infantiles lágrimas de gozadera y tristeza genuinas:
Serafín
Con un despliegue de efectos especiales que harían sonrojar a George Lucas, Serafín era un pequeño angelito guardián —magistralmente creado en computadora— de travieso comportamiento, pero gran corazón, quién vive grandes aventuras al lado de su protegido Pepe —que era ni más ni menos que Jordi Landeta, hermano del famosísimo, enamoradizo y talentosísimo Imanol— mientras aprenden la complicada tarea de vivir. Awww, hasta peluchito parlante del angelito podías comprar.
De pocas, pocas pulgas
El horrible nombre de esta telenovela, deriva de una frase utilizada para nombrar algo fabuloso y, además, del papel fundamental de un perro tierno y amigable. Cuenta la historia del clásico amor imposible entre un niño pobre, paupérrimo de nombre Santiago —que vive con un anciano que al final resulta ser su verdadero abuelo— y la niña rica, millonaria —que es cuidada por una nana que se enamora del abuelo del niño pobre. Lo que más recordaremos, sin duda será el inolvidable y determinante rol del canino Tomás. (Por cierto, aquí, el versátil Imanol también deleitaba a las audiencias como el “chico malo” de la cuadra)
María Belén
Esta novela, que predica religiosidad desde su propio título, marcaría el debut televisivo de la —en aquel entonces— tierna y prístina Danna Paola. Azotada por la trágica pérdida de su dos padres, la infanta María Belén pasaría a ser custodiada por su tío Rogelio, que, casualmente, tiene negras intenciones con la pequeña gracias a la cuantiosa herencia que le dejaron sus progenitores. Las aventuras de la niña se desarrollaban dentro de un internado —en el que su tío la mantenía alejada de él— y es ahí donde conoce a su verdadero padre (OMG!) y al fin, después de muchas travesuras inolvidables, viven felices para siempre, amén.
El diario de Daniela
El bestial y revolucionario telenovelón que fue pionero en los finales en vivo (desde el Estadio Azteca) contaba con Daniela Luján en el papel de —wait for it— ¡DANIELA! Y la posteriormente deslumbrante estrella de la rebeldía Anahí en el papel de su adolescente hermana. En su diario, la pequeña Daniela escribirá todos sus anhelos y sueños , mientras se reúne con un grupo de amigos —en el que obvio hay un dude del que está enamorada— y lucha contra la malvada mujer que busca el amor de su padre, luego de que su madre muriera trágicamente. ¡Una montaña de emociones fuertes!
Alegrijes y Rebujos
Magia, misterio, fantasía y amor se conjuntaban en esta obra maestra de la televisión mexicana. Con los frescos talentos surgidos del “American Idol para chavitos” AKA “Código Fama”, la mayoría de las actuaciones serían increíblemente pésimas, pero memorablemente entrañables. Con la emoción, casi se me olvida especificar que se es un “alegrije”: cuando se disfruta de la vida, nunca se pierde la esperanza y se posee una inocencia maravillosa, como la de un niño. Mas se calificará como “rebujo” cuando sólo nos interesen las cosas materiales, nos consuma el egoísmo y, por ende, no conozcamos la felicidad…¿eres alegrije o rebujo?
Amigos x siempre
Desde aquí ya se promovía la metamorfosis del lenguaje gramaticalmente correcto, que luego llegaría a su máximo declive con los mensajitos de celular y el ya agonizante Messenger. Preparen las palmas de las manos para una ovación ensordecedora, pues esta mítica producción sería la primera en la que la internacionalmente respetada Belinda debutaría profesionalmente. *se cae el estadio, yeeeeeeh*. Además de este suceso que es un parteaguas en la industria mexicana del entretenimiento, “Amigos x siempre”, incorporaría magistralmente elementos fantásticos de la más exquisita ciencia ficción, específicamente el poder telekinético de Belinda —quizás, sólo quizás, los productores alguna vez vieron/leyeron Matilda del maestro Roald Dahl y se inspiraron tantito en la magna obra de televisión. Fuera de esto, la historia se desarrolla en un colegio en el que diversas vicisitudes se presentan, pero que, al final, todo se resuelve y todos quedan —sorprendiendo a propios y extraños— como buenos amigos.
¡Vivan los niños!
¡Ah, qué grito tan más puro y lleno de vitalidad! ¿Quién no ama a los niños? Más, cuando las personas son representadas con estereotipos tan marcados como el chino que es chino y no puede pronunciar las erres y con el tono cantadito que los mexicanos adjudicamos a los orientales, la pelirroja —que por supuesto es extranjera— que habla con un acentou gringou nada fingido, el gordo que come mucho, mucho, es bien bruto pero tiene un enorme corazón, la güera rica que detesta al negro pobre que se muere por ella y la maestra de primaria que es todo amor y que daría hasta su propia vida por sus adorados niños. Una realidad como la de todas las escuelas de México, ¿no? Pues no, quizás no. Pero la telenovela presentaba una cotidianidad tan limítrofe y fantasiosa, que se convirtió en una de las preferidas de muchos… o eso creo.
Cómplices al rescate
Gemelas separadas al nacer. Una, de nombre Mariana, se queda a vivir con su madre biológica y a pesar de no contar con un capital amplio —obviamente—, viven felices y se aman mucho, mucho y tiene una personalidad dulce como el azúcar. Silvana, por le contrario —seguramente les será difícil adivinar— fue adoptaba por familia rica, rica y su carácter es distante, egoísta y ambicioso, amarga como la bilis. Por el azarosísimo destino, sus caminos se juntan. La rica quiere cantar, pero la pobre tiene la voz privilegiada, la pobre quiere pasar un examen de matemáticas, pero la rica es la que entiende la materia. ¿Qué pasará? Sí, adivinaron, deciden cambiar de roles. Así comienzan una serie de atrevidísimas aventuras que mucho tienen que ver con su suplantación de identidades y los infortunios que pasan junto a sus amigochos del alma. Una cosa más, las gemelas, obviamente eran la misma persona, pero la increíble habilidad histriónica del ícono juvenil Belinda, le daba brecha suficiente para poder cambiar a placer su personalidad. El grupo musical que forman se llama “Cómplices al rescate” y de ahí el nombre. Entre sus muchos éxitos comerciales, se destaca el ya tradicional “Baile del sapito”. ¡SAPITO! Tururutu tururutu turururururutu.
Aventuras en el tiempo
Llegamos al triste final de nuestra lista. Pero el número uno, no lo podría ocupar otra telenovela infantil más que la históricamente acertadísima “Aventuras en el tiempo”. Imaginen ir de visita todo un verano a casa de una anciana tía en uno de esos pueblos en los que el tiempo parece fluir como la miel —o sea, a velocidades extremadamente lentas. Por suerte tendrían a 3 amigos con los que pasar las veladas pero, ¿apoco no irían al misterioso sótano a buscar algún artefacto fantástico como el que todas las casas viejas tienen en algún recoveco escondido? Obviamente sí. Y lo más probable —y común—, es que bajo todo ese polvo y reliquias de antaño, encuentren una máquina del tiempo. Pues eso precisamente les pasó a Belinda, Christopher Uckerman y compañía durante esta legendaria telenovela. Los niños forman una sociedad al más puro estilo tolkienesco —el “Club de la dama y los caballeros del Cronocono (así se llamaba la máquina)”— para combatir las malignas fuerzas que intentan despojar a la anciana tía de su casa, siendo la manera más fácil, viajar al pasado para conseguir las escrituras —o el pagaré— de la propiedad. Entre todos estos cotidianos acontecimientos, irán a los 60 o a 1810 indiscriminadamente y podremos ser testigos de cómo acontecían fielmente las cosas en aquellas vetustas épocas, además de que nos hacen partícipes de su propia historia de amor, que se desarrolla como un triángulo de amor bizarro —al más puro estilo de New Order. Imposible describir la fastuosidad de tan ambiciosa obra en un pequeño párrafo, así que les recomiendo —si es que Televisa ha sacado algo así— que compren los devedés enteros y se chuten tan tremenda obra maestra que marcó a una generación con sus efectos, sus actuaciones, sus guiones y sus certeras representaciones históricas. Aplausos infinitos, mis valientes viajeros del Cronocono.