Por: Lenny Maniel López Círigo Este fin de semana, las paradisíacas playas de Mazunte recibieron, como ya es tradición, al Festival Internacional de Jazz. Un evento en el que todo el pueblo se llenó de música, baile y un sinfín de actividades para todos los gustos. La cancha de fútbol del pueblo sirvió como escenario principal y se colocaron tapetes para poder disfrutar del show mucho más a gusto.
El festival inició el viernes por la tarde con una pequeña calenda integrada por la banda de vientos infantil de Mazunte; en apoyo a los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, organizada por un colectivo de igualdad de género de la comunidad.
Jazz Quartet ignauró en forma el festival con una mezcla de ritmos que fusionan el jazz con música cubana y andina. Aunque no fue hasta la llegada de Terry Odabi, con su arrolladora voz, que el público se paró del tapete para bailar y cantar el delicioso blues que se llevó la noche; especialmente con su versión de "I'd rather go blind" original de Etta James, en donde hubo muchas basuritas en el ojo.
El sábado inició el festival con mucho funk a cargo del grupo Fusia, que hizo bailar a todos los presentes entre tragos de cerveza, mezcal y uno que otro soplo de tapete quemado. Después subió al escenario, al parecer de último minuto, una banda a la que nadie parecía conocer pero que fue bien recibida. Finalmente Louise Phelan cerró la noche con un jazz muy romántico que hizo a muchos sentarse en los tapetes y acurrucarse con su significant other.
El domingo Roberto Aymes comenzó la noche con un poco de country mientras la gente comenzó a llenar la cancha. Después Calacas Jazz Band hizo suyo el escenario y el público bailó frenético con cada canción que tocaban, e incluso un suertudo y alcoholizado sujeto subió a bailar al escenario invitado por la saxofonista de la agrupación. Una vez meneado el esqueleto al ritmo de las calacas y tras la bulla de los fans, la audiencia quedó sumida en un silencio ante la voz de Ely Guerra, que hipnotizó al público cantando solamente acompañada de Nico, su pianista. Y así, entre el sonido del mar, música y fuegos artificiales que inundaron de luz el cielo mazunteño, concluyó la noche y el noveno Festival internacional de jazz (y algo más).