A la deidad hindú llamada Matangi se le asocia con lo contaminado, lo impuro y con aquello que transgrede las normas sociales establecidas; pero también se le reconoce como aquella que tiene el poder sobre la palabra y todo lo relacionado al arte, la música y la danza. Ya sea por coincidencia o por alguna especie de reencarnación divina, Matangi es de hecho el nombre de la caótica M.I.A. (Mathangi Maya Arulpragasam) y también es el título de su nuevo álbum, que es algo igual de trastornado, desadaptado y a la vez místico como la diosa misma. Matangi, en donde M.I.A. sale en el covert art del álbum con la piel verde como la diosa hindú en la que está inspirado el disco, es algo así como una obra de arte abstracto y postmoderno producida por un gran número de colaboradores entre los cuales están Switch, quien ya lleva rato apoyando a M.I.A., Danja, The Partysquad y Hit-Boy. A manera de una deidad todopoderosa, este álbum obliga a Oriente y Occidente, dos mundos muy dispares entre sí, a coexistir como una única unidad en cuanto a estética, sonido y temática.
El nuevo álbum de M.I.A. combina un sinfín de referencias religiosas orientales (como vacas sagradas y mandalas) con muestras sonoras y visuales de la digitalización occidental y una estética tan trashy y colorida que raya en lo psicótico. Aquí M.I.A. es una inmortal que puede sentarse a limarse las uñas arriba de un auto en movimiento sin siquiera ponerse nerviosa y que como si fuera una divinidad, parece tener todo un culto de fieles seguidores vestidos de blanco que usan lentes oscuros en donde sea y arman fiestas de luz que funcionan como ceremonias religiosas. Entre todo eso, Matangi es algo que reta a los sentidos de la misma manera en que una diosa exigente le pondría pruebas incomprensibles y hasta sin sentido a sus discípulos sólo porque quiere y para ver si son tan devotos como para superarlas.
En Matangi hay una clara influencia pop muy al estilo de lo que están haciendo artistas más jóvenes como Kreayshawn en California y esto se hace notar en tracks como “Know It Ain’t Right”, “Bad Girls” –el exitoso sencillo que salió desde enero de 2012– y “Exodus”, la excelente colaboración de M.I.A. con The Weeknd. Claro que los momentos pop están compuestos nada más por unos cuantos fragmentos musicales y algunas frases con referencias a personajes como Fidel Castro, Julianne Moore y Drake.
http://youtu.be/2uYs0gJD-LE
Fuera de eso y ya como un todo, Matangi no es para nada amigable con cualquiera y definitivamente no es para la audiencia que conoce a M.I.A. únicamente por el hit de “Paper Planes”. Este álbum no es fácil de digerir porque tracks como “Bring the Noize” son psicosis pura desde el inicio mientras que otros como “Karmageddon” y “Warrior” utilizan el sonido universal del “Om” como mantra antes de explotar en una profunda confusión sonora de beats entrecortados y gritos.
http://youtu.be/KJ2lsG3I8IU
La crítica de M.I.A. a las instituciones o a ciertas ideas también le da al álbum un toque alucinógeno y estos juicios se pueden escuchar muy claro en dos tracks. El primero fue influenciado por el australiano Julian Assange de WikiLeaks –quien desde hace tiempo es amigo de la MC– y se titula “aTENTion”; según M.I.A., le estaba costando trabajo encontrar las palabras adecuadas para las letras hasta que Assange “llegó al estudio y decodificó Internet y bajo cada palabra existente que tuviera “tent” en ella.” El segundo track de este tipo es “Y.A.L.A.”, que funciona como una respuesta poderosa al término de “Y.O.L.O (You Only Live Once)” y que con su base en el concepto de la reencarnación, significa exactamente lo contrario: You Always Live Again.
Desde que salió Arular, el álbum debut de M.I.A., la esencia desafiante de la artista ya podía notarse en sus materiales, pero ahora es mucho más evidente; pues si antes todo se sentía como el producto independiente de una revolucionaria Tamil de Sri Lanka, Matangi parece más el proyecto de alto presupuesto de una princesa hindú revoltosa cubierta en bling dorado y ropa Versace que es hija de un magnate millonario. Matangi se siente, se piensa y se escucha así porque más que tener como propósito caber dentro del universo pop, es una especie de tributo a una deidad creado por una mortal impura que con sus visuales, música y estética, de a ratos parece no serlo.