Marvin, luego existo: las primeras horas del festival
En principio, parece un sábado como cualquier otro. Niños corriendo en el parque y uno que otro perro que persigue a su dueño que, a pesar del alto índice de PM10 en el aire, insiste con andar en bicicleta.
Es entonces que comienza a escucharse a la distancia un bajo estruendoso y gritos exaltados. El Festival Marvin dio inicio con el colectivo Galaxia Cero en el Parque España. Un rap melifluo acompañado de un beat que no podría describirse de otra forma más que omnipresente, con un bajo que hacía que vibrara cada célula del cuerpo.
Ahora, Marvin no es como otros festivales, con los escenarios dispersos en un radio de poco menos de 5km, disfrutar de las puestas escenas implicaba un esfuerzo algo arduo dado el incandescente sol y las pobres condiciones ambientales.
Tras dar unos cuantos pasos hacia avenida Nuevo León, fue que Belafonte Sensacional se presentaría en el Caradura. Con la tradicional puesta en escena en donde la bodega completamente iluminada de rojo, sonaron las familiares trompetas y la animada guitarra tan características de las canciones de este grupo. A pesar de la hora de retraso transcurrida, el público emocionadamente coreaba cada una de las canciones a todo pulmón.
Apenas comenzaba el Marvin y cada vez se hacía notar más que requeriría mucho más que calor y unos cuantos kilómetros de distancia para que los asistentes quisieran dejar de cantar y bailar.