Luces de neón y las sombras del terrorismo
La culpa la tiene el Yihad. La premisa del nuevo largometraje dirigido por Erick Zonca, que se había tomado casi una década después de ser nominado en Berlín y Cannes, regresa con un thriller policiaco que destaca más por el sutil trasfondo que perfilan sus personajes a la propia trama protagonizada por Vincent Cassel.
Luces de neón en una ciudad francesa, un policía que, si te despistas, puedes confundir con un espantapájaros, problemas de alcoholismo y duelos que se solucionan con sexo son solamente algunas de las aristas que conforman la película. La vida cotidiana de una familia toma un giro inesperado cuando, de la noche a la mañana, su hijo desaparece sin dejar ningún rastro. Es en este momento cuando uno de sus 1profesores se muestra particularmente interesado en apoyar a la familia y la policía.
“Por ahora analizo las situaciones y colecciono palabras…”
Temáticas como la homosexualidad y las capacidades diferentes se extenúan a manera de tabú que permite al espectador afrontarse, cara a cara contra sus prejuicios. De manera paralela, se encuentra la tensión político-social que hoy en día es latente en Francia. Esta tenue pincelada, aunque tajante, ha pasado a formar parte de uno de los ejes sobre los que gira en torno el cine francés: migración, terrorismo, racismo y drogas confluyen para crear una obra que mantiene el suspense hasta el final. Aunado a este tipo de temas, se recuerda en particular la cinta de Le Ciel Atendra (2016), dirigida por Marie-Castille, en donde los jóvenes son incitados a formar parte de esta obligación religiosa musulmana y los alcances que tiene frente a la sociedad.
A nivel discursivo, el largometraje retrata la obsesión de una manera brillante. No solamente a través de los cuerpos institucionales del Estado, sino también desde los círculos más sencillos e íntimos como la familia. La cinta no se frena ni busca solapar las dificultades a las que se enfrentan sus protagonistas, por el contrario, únicamente enfrenta al espectador a sus propios dilemas morales; al final, los demonios más grandes viven en las mentes más sencillas y no viven dentro de un ente paranormal.
Sin lugar a duda, Fleuve Noir (2018), se perfila como una obra que por encima de pasar el tiempo, permite dilucidar una opinión moral propia frente a todas las situaciones que se presentan en el largometraje. Las actuaciones, en particular la de Vincent Cassel y Romain Duris, destacan por encima del resto y son ellos quienes cargan con el peso argumentativo. Una excelente recomendación para momentos en los se busque disipar dudas… o generarlas.