‘Loveless’ de My Bloody Valentine, un álbum pionero de la cacofonía etérea

‘Loveless’ de My Bloody Valentine, un álbum pionero de la cacofonía etérea

Los 80 fue una década que pronosticaba un cambio en el mundo. Caía el muro de Berlín y un mundo nuevo veía llegar las tecnologías del Internet, así como un boom económico. Fue la época de los Clinton, del fin del Apartheid y del nacimiento del discman, Tamagotchi, Los Simpsons, entre otras joyas de la cultura popular.

El escenario mainstream era ocupado por Nirvana; los restos del glam rock y hard rock como Guns N’ Roses y un impulso fuerte del gangster rap con expositores como Dr. Dre y N.W.A. Mientras tanto, en Inglaterra, el viaje del movimiento madchester –una brillante emulsión de artistas de neo-psicodelia, dance y acid house– llegaba a su fin. Para entender muchos de los géneros populares de la música alternativa como el shoegaze, britpop, house y todos los sonidos del rave es importante remitirnos a este movimiento y artistas como 808 State, los Stone Roses o Blur.

Es en ese entorno que una banda de Dublín, liderada por Kevin Shields, empieza a jugar con sonidos disonantes: My Bloody Valentine. Desde sus inicios buscó llevar al límite a la gente que asistía a sus conciertos, tronando amplificadores al tope de los decibeles, haciendo temblar a sus audiencias en recintos pequeños y creando mucha controversia. Es en esta época cuando la palabra “shoegaze” es creada por un crítico de música que le llamaba la atención la poca –o nula– interacción de los músicos con la gente. Todo lo contrario, parecían absortos en su propia burbuja de sonido y no levantaban su mirada del piso. Algunos argumentan que era porque para llegar a ese nivel de distorsión, el piso estaba tapizado de pedales, otros dicen que más bien la mirada taciturna era un trance en el que los músicos entraban.

My Bloody Valentine empezó a llamar la atención con su EP Isn’t Anything, del año 88, pero Shields tenía en mente la creación de un disco magistral que rompería con cualquier cosa antes hecha por la banda y que, con suerte, conseguiría la apreciación del público internacional.

La alineación del conjunto era la siguiente: Colm O’Ciosoig en la batería, Debbie Googe en el bajo (aunque su participación brilla por su ausencia, ya que Shields era tan controlador que su perfeccionismo hizo que se borrara el bajo por completo), Bilinda Butcher en la voz y Kevin Shields en la voz, baterías y básicamente, en todo.

Para entrar al mundo de Loveless hay que comprender el contexto en el que fue creado, si bien Shields fue apadrinado por Alan McGee, uno de los productores destacados del medio, seguían siendo unos veintañeros rebeldes, sin mucha dirección y sobre todo, sin recursos económicos. Aún así, Creation Records apostó cientos de miles de libras en la creatividad y singularidad de My Bloody Valentine

Si la escucha del disco no es fácil, tampoco lo fue su creación. Shields tuvo la lunática idea de terminar el disco en un par de días, pero al final le tomó más de dos años. La tortuosa perfección de Shields hace eco a la de otros creativos como Kubric. Shields repetía por horas, una y otra vez, hasta conseguir un sonido ideal.

Para el líder de la banda, lo central era crear un sonido distinto al comercial, que no fuera de alta definición, ni de baja definición sino una mezcla extraña, como el del sonido abrasivo de un concierto en un pequeño cuarto. Tal vez se debía a la juventud de los miembros o a su actitud sublevada, pero las grabaciones eran un desastre.

A pesar de las miles de libras y muchísimos productores e ingenieros de audio, era difícil entender la visión de Shields. El caos de la metodología, en la que se llevó a cabo todo el proceso, hartó no solo a los involucrados, sino también a McGee, quien ya quería ver frutos de su inversión. 

Uno de los ingenieros de audio mencionó, “Shields parece saber muy bien lo que quiere, lo malo es que no se lo comunica a nadie”. El liderazgo autoritario, vago y egoísta de Kevin Shields, marcó el ambiente de la grabación y producción de este LP. Además, básicamente se encontraban en la quiebra, tenían que quedarse a dormir a veces en el estudio.

Cuando a Colm le dio un fuerte virus, todos la pasaron mal, apenas podía levantarse del sillón y debía tocar la batería. No es una coincidencia el título del álbum, es un reflejo de la falta de amor que le tenían los integrantes de la banda a este disco que le estaba costando todo.

Sin embargo, esto no les impidió trabajar por horas interminables en el disco, en repetidas ocasiones, con extraños métodos que le dan el toque único y avant-garde.

Desde la primera canción, “Only Shallow”, entramos en cuestión de segundos a una cacofonía indescifrable, voces sobre guitarras y guitarras sobre baterías. Un cuadro abstracto y lleno de pinceladas difusas. La voz de Butcher etérea logra una atmósfera extraña que inspiró a otras cantantes del shoegaze como Rachel Goswell de Slowdive.

Canciones como “Loomer”, “Sometimes” y el álbum en general tienen una sensación de claustrofobia. Esto se debe a que se grabó con un solo micrófono en un sonido monoaural, una decisión extraña que también le da un sello personal al sonido de la banda. Sin pasar por alto que “What you want'' es una joya del reverb

Sin duda, Loveless es un disco peculiar y desafiante. Los que se atreven a escucharlo más de unos minutos se sienten cansados por el fastidioso ruido. Pero es un disco lleno de paradojas, ya que es un ruido etéreo, un ruido que nos lleva a lugares imaginarios, no necesariamente violento en su temática o melodía, pero muy cargado de sonidos y texturas. Otra de las paradojas del disco es que a pesar de que llevó años de dedicación y meticulosidad, pareciera que el ruido es completamente espontáneo y accidental.

Este disco no fue bien recibido por el mundo comercial que en ese momento estaba enamorado del grunge y empezaba a escuchar britpop. Y aún sigue siendo un álbum controversial, aunque de culto.

Shields logró llevar a My Bloody Valentine hacia un legado superior que el de Dublín, tomó el primer y espinoso paso hacia un terreno musical nuevo. Y aunque no es musicalmente el mejor álbum de shoegaze, es un prototipo fundamental para entender esta corriente de la música; por ello es que My Bloody Valentine escribió historia con Loveless.

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