'Lost Highway' o el feminicidio imposible

'Lost Highway' o el feminicidio imposible

2838_foto1_product_xl.jpg

Por: Lauro López-Sánchez M.

A 20 años de su estreno en México, Lost Highway, el rompecabezas fílmico de David Lynch, parece renovarse y hablarnos directamente hoy para entender el papel que  juegan las redes sociales actuales y su ambigua naturaleza.

La película es un puntual diagnóstico al plantearnos los desdoblamientos de la personalidad que producen, los cada vez más dinámicos medios de comunicación, los cuales parecen llevarnos a encontrarnos dentro de un oscuro sistema paranoico permanente —llamado aquí Lost Highway—, y en donde la comunicación de las relaciones personales es desplazada por un anónimo e ilimitado espacio de saturación de datos, lo que determinará una asimetría entre los roles masculinos y femeninos, desembocando en un permanente pulsión de muerte y latentes feminicidios.

Los cassettes de Fred

Fred Madison sospecha de su esposa Renee, pero no tiene pruebas de su infidelidad. Su matrimonio es una lánguida convivencia que los deja hablando en frases cortas y preguntas forzadas. La desconfianza de Fred son remordimientos envueltos en interrogantes y dudas sobre las maneras de como Renee perpetúa el posible engaño. El desgaste y cansancio toma forma en su rostro, no sabe encarar a Renee… algo se lo impide. ¿Cuál es la imposibilidad? El contacto y cercanía diaria no bastan para abrirse y ceder a una módica confianza. Un mustio silencio se antepone; Renee resulta más sospechosa y Fred se retrae más en una insoportable tensión.

Screen Shot 2018-07-23 at 8.06.42 PM.png

La posible evidencia del engaño de Renee llega en forma de anónimos cassettes una mañana a su casa. La misma Renee los recoge a la entrada de su puerta. Las inquietudes comienzan para la misma Renee al abrir el sobre y descubrir el misterioso objeto negro. Su nerviosismo es evidente al inspeccionar el cassette. Fred la descubre con el objeto en la mano, ella se espanta al ser descubierta con el sobre, ella busca esconder ligeramente con su cuerpo el cassette que sostiene; es como si fuese la prueba incriminatoria que Fred esperaba. Fred pregunta sobre el origen o procedencia del cassette, a lo que Renee contesta que no tiene escrito nada. Fred al mismo tiempo se lo arrebata, introduciéndolo en la videocasetera para reproducirlo. Renee, con los brazos cruzados muy inquieta toma asiento al extremo del sofá, ante la orden de Fred para verlo juntos. Algo se va a revelar; la verdad que persistía en ocultarse. Serán espectadores de una importante evidencia; las palabras dejaron de contar. Se llena un espacio vacío entre ellos y se ilumina la pantalla, es una luz oscura y ominosa.

Es así que el medio electrónico va a asumir una presencia omnisciente; revela pero confunde más ¿Rene y Fred son espectadores de los propios celos de Fred? ¿Acaso Fred mandó los cassettes a su propia casa para detectar la reacción de su esposa? La sospecha es mayor cuando uno de los detectives que investiga el caso, le pregunta si él tiene una videograbadora, a lo que él contesta que las odia: “me gusta recordar las cosas a mi manera, como las recuerdo, no necesariamente como pasaron”. Esto explica el pacto que Fred hará con el “hombre misterioso”. 

El contrato con el “hombre misterioso”

large_lost_highway_lynch_blu-ray_5.jpg

Fred pacta con el “hombre misterioso” pero no sabe quien es, no conoce su rostro, quizás es quien encierra y concentra la paranoia de Fred, desdoblando la realidad. Primero se presenta mientras duermen, como un rostro-espectro que secuestra la cara de Renee. Después, en medio de una fiesta, se encuentran y es aquí donde se hace evidente su acuerdo “Nos hemos visto antes” y a continuación “Tú me invitaste, no es mi costumbre ir a donde no soy requerido” le advierte a Fred. Si observamos con detenimiento esta escena, es la consolidación de un pacto o contrato. Es como si Fred confirmará que ese “alguien” encargado de grabar su casa lo está haciendo bien. Lo cual demuestra que “el hombre misterioso” es quien cumple el deseo secreto de Fred de vigilar a su esposa durante el día o la noche, incluso estando con ella.

Recordemos la escena en rojos cuando al terminar el concierto, lo primero que hace es ir a la cabina de teléfono para marcar a su casa y saber si su esposa se encuentra. Fred sospecha, aunque ella esté durmiendo en casa. El “hombre misterioso” hará el papel de un detective y un ojo privado. Incluso el personaje reunirá las características de los apodos a los detectives en el bajo mundo: “shadow”, “tail”, “tracer”. (sombra, cola, rastreador)

Screen Shot 2018-07-23 at 8.08.10 PM.png

Es así que Fred es manipulado por los poderes que yacen en todos las tecnologías de mediación contemporánea. Una prueba de su contemporaneidad es cuando el “hombre misterioso” le ofrece el celular (novedad tecnológica en 1998): “llama a tu número” es decir, los medios me permiten la simultaneidad; la paranoia goza de sus posibilidades. Entonces, no cabe dudad que el “hombre misterioso” es la cámara de seguridad, pero también el ojo que graba los secretos de todos: los más bajos deseos. Trabaja para Dick Laurent/Mr. Eddie y su productora de contenidos porno-aberrantes.

“El hombre misterioso”es la materialización de todo deseo abrumado por la tecno-paranoia que nos sumerge más y más, al grado de no saber quienes somos. Su consolidación son las redes sociales actuales. Todos nos vigilamos, todos podemos rastrear al otro, todos sabemos de nuestra simultaneidad, ¿estuviste ahí o no estuviste, mi móvil dice que no estuviste? Fred no sabrá quien mató a Renee… nunca lo sabrá.

Screen Shot 2018-07-23 at 8.30.16 PM.png

El brutal asesinato de Renee tuvo lugar en las grabaciones que hizo el “hombre misterioso” por encargo de Fred, pero ¿dónde se llevo a cabo el asesinato real?

Vemos a Fred sin un solo rastro de sangre, ser espectador de su brutal asesinato al grado de lo inimaginable. El asesinato lo vemos desde una pantalla, en su reproducción, no hay indicios de que el asesinato sucediera fuera de cámara. La pantalla será el lugar de las peores atrocidades. Los cassettes descarrilarán aún más la paranoia de Fred; será la pista o carretera donde uno se persigue y se pierde a sí mismo. El espacio mediático, la red virtual será el espejo donde se reflejarán y proyectarán nuestros circuitos paranoicos y sus inimaginables accidentes. Nuestra mirada ante la infinita mediación será el inmejorable vehículo de nuestra pulsión de muerte. 

La Canción a la Sirena

Durante la película se escuchan tres veces la canción “Song to the Siren”. Dos de ellas suceden en dos escenas de intenso acto sexual. La asimetría entre la dualidad Fred/Renee y Pete/Alice encuentran su conexión a manera de intra-portal entre las dos historias. La primera historia se opone a la segunda en cuanto al personaje femenino Renee/Alice. A pesar de que son diferentes personajes, son el mismo que articula la asimetría entre las dos partes de la película.

Screen Shot 2018-07-23 at 8.17.38 PM.png

En la primera parte, Renee es una mujer sombría que parece esconder su pasado. Todo parece indicar que estuvo involucrada en el mundo de la pornografía, asunto que desconoce Fred (su relación con Andy es un claro indicio) ¿Porqué lo ha mantenido en secreto? Renee es una mujer que se reprime. En cambio, Alice es su contraparte, es una mujer frontal y desinhibida que toma la iniciativa al punto de desconcertar a los hombres. Alice no se reprime, hace y dice lo que Renee no. Primero invita a cenar a Pete y luego sin merodeos, se van al Motel, para luego después confesarle que ha trabajado en la industria porno, siendo Mr. Eddie su proxeneta. Alice después de hacerle esta dura confesión, le dice que si lo desea, se puede alejar de él (Pete). Sin miramientos se expone en su deseo.

En ambas caras, Renee y Alice son un amenaza al orden falocéntrico. Por un lado, la sinuosa y esquiva Renee mantiene una doble vida, es el espectro de una traición por suceder. En contraparte, Alice es la emancipación del goce sexual femenino e incontenible. Más que en Pete, es en Fred donde la neurosis masculina se precipita resultando en el atroz feminicidio que vemos en pantalla. La Canción a la Sirena es el punto exacto donde se origina el trauma masculino.

En la primera parte, Fred arriba de Renee en pleno acto sexual, pierde la erección agobiado por las dudas internas. Pero el gesto lastimero de Renee lo perturba aún más, la suave palmada sobre su espalda lo hace ver completamente frágil y vulnerable (papel asignado a las mujeres) Fred es herido en el centro de su masculinidad. En la segunda parte, la canción comienza a escucharse cuando Pete y Alice hacen el amor en la inmensidad del desierto, desnudos y envueltos en la arena (Alice está arriba de Pete), Pete le dice entre suaves murmullos femeninos, “Te quiero”(“I want you” ) A lo que Alice responde, como una daga para enterrar en medio del éxtasis: “Tú nunca me tendrás”.

Alice se pone de pie y se introduce en la cabaña; reaparece Fred en lugar de Pete; como la sutura que parece abrirse.

La canción “Song to the Siren” es la doble apertura a la fuga femenina, donde el hombre se vuelve subjetividad vulnerable. No es Fred quien escapa de prisión, sino Alice/Renee quienes escapan a su aniquilación (en cuanto a su espacio de representación en el film), el feminicidio no se lleva a cabo. El poder mítico antiguo parece presentarse (sirena) revistiéndolas como potencias propias para destruir la imagen/fantasía de sí misma producida por la masculinidad (industria pornográfica). Todo parece indicar que la fantasía que simbolizan Alice/Renee es una fantasía feminista para retomar el espacio simbólico.

La tercer vez que escuchamos la canción será en la celda de Fred a manera de cortinilla teatral: se revela la imagen de una cabaña encendida por un intenso fuego   llamándolo a escapar.

La Cabaña en Fuego

Durante su encarcelamiento, Fred, entre sus intensos dolores de cabeza y malestares, parece divisar una cabaña que arde. Pronto el fuego que consume la cabaña se extingue, el techo de su celda se ilumina. Comienza la misteriosa tránsfuga y Pete reemplaza a Fred en la celda. Volveremos a la cabaña; Alice escapa con Pete junto con los objetos robados para venderlos y huir de Mr. Eddie. Sin embargo, la cabaña también será el lugar al que llegará Fred, será el lugar donde el “hombre misterioso” le revelará que Alice y Renee son la misma persona, pero también es el momento en que, a manera de detective privado, le da a conocer la verdad a su cliente. En este caso, es enfrentarlo con su desborde paranoico: "¿Quién carajos eres?", le pregunta gritándole, Fred no contesta y huye; volverá a la carretera, pista donde se desliza su delirio hasta encontrar el bucle y encontrarse con el principio: “Dick Laurent está muerto”. Para Alice la cabaña será el lugar de su escape, consolidando el triunfo sobre su feminicidio; hasta cierto punto absorberá a la propia Renee para desligarse del trauma de Fred.

Ante Lost Highway, tenemos que movernos hacia atrás y hacia adelante, la carretera está entramada en su antes y su después; es la forma que toma el delirio de Fred y en el que se conduce. Por ejemplo, cuando Fred deja la cabaña, toma la carretera y llega al hotel Lost Highway, donde reaparece Renee teniendo sexo con Mr. Eddie. Fred no los descubre, el sólo va al cuarto 26, toma la pistola y secuestra a Mr Eddie. Sospechamos que es el “hombre misterioso” que está grabando. Un dato crucial es el vestido que trae puesto Renee al abandonar el cuarto y tomar un automóvil que la espera. El vestido en azul suave es el mismo que Renee usó en la fiesta de Andy y donde el “hombre misterioso” se presentó ante Fred. Será la misma noche del atroz desmembramiento de Renee. Esa escena es la pieza del rompecabezas que había quedado suelta, la pieza que faltaba para acomodar el origen y sentido irracional en la que Fred deviene en carretera perdida. Inicio y fin traslapados en este deseo maquinal paranoico. El punto decisivo es que Fred durante la película, no presenció la infidelidad de su esposa, nunca la descubrió, no hubo pruebas de su traición, fuese inocente o culpable.  

Lost Highway es el mecanismo deseo-paranoico que desatan las tecnologías de mediación y su inminente poder sobre nosotros; hacen de nosotros “un otro” irreconocible que a su vez, es espectador de actos inconcebibles; fractura psíquica.

Es la simultaneidad perversa que nos vincula como espectador y actor (selfie). Fred timbra en su propia casa y Fred 2 responde. Lost Highway es un film que se reanuda sobre la ansiedad y el delirio paranoico que se retroalimentan; Fred escapa para quedar atrapado en la noche de su deseo. 


Lauro López-Sánchez M. es filósofo y creador de la revista Falso Raccord

¿Nostalgia? Peter Hook & The Light vuelve a México

¿Nostalgia? Peter Hook & The Light vuelve a México

En tiempos del #MeToo, sólo una mujer compite por el León de Oro

En tiempos del #MeToo, sólo una mujer compite por el León de Oro