Los techos de cristal en la política mexicana

Por: Tania Espinosa Sánchez*

@espinosamente

Recuerdo el año 2005, estudiaba la licenciatura en derecho en la Universidad Iberoamericana y estaba en cuarto semestre cuando cursé la clase de “Mujer y Derecho”, impartida por Regina Tamés. Ya era militante de Acción Nacional, por lo que decidí escribir mi trabajo final sobre “Mujeres y Política: ¿Equidad?”.  Ahora, 10 años más tarde, después de haber sido dos veces candidata a diputada, a mis 29 años, creo que esa pregunta ha quedado resuelta: No hay igualdad de oportunidades para hombres y mujeres en la política mexicana.

Mi primer contacto con la igualdad de género y el feminismo, fue en la Universidad. De aquel momento, en el que estudiaba porque no se había dado la incorporación del voto femenino a la Constitución de 1917 pero, sí se había incorporado el concepto de igualdad entre hombres y mujeres, al día de hoy en que la ley exige la paridad de género en las candidaturas y curules a los partidos, ha existido ya un gran avance en la lucha de las mujeres por la igualdad en su participación política. Pero debo decirlo, seguimos estando atrás de los hombres.

La primera vez que fui candidata, en 2012, me lancé por el distrito X local (ahora IX local), que entre las colonias que comprende, están: Tepito (Morelos), Guerrero, Atlampa, Buenavista y Valle Gómez. Conseguir la candidatura no fue difícil, digamos que lo hice “by the book”. Había que pasar primero por una elección interna para definir quién sería el candidato o candidata a dicho distrito. Los votantes eran los militantes del PAN que vivieran en las colonias de ese distrito, por lo que me di a la búsqueda de cada uno de ellos y platiqué sobre mi proyecto a todos los que encontré.

Finalmente, no tuve contrincante para la elección interna, nadie se registró para contender por ese distrito y llegué como candidata única. En la campaña externa, me dediqué a tocar puertas y a presentar mi propuesta a la gente, lo que me ayudó elevar la votación para mi partido en un contexto adverso en el que el PAN se convirtió en la tercera fuerza nacional. No podría decir que el ser mujer afectó mi campaña en calle, en general, la gente hacía referencia a mi juventud, tenía 26 años y varios creían que no estaba lista para legislar.

Perdí, mi campaña no se tradujo en ganar un asiento en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, de hecho quedé en tercer lugar, después del candidato ganador del PRD, seguido por el PRI. He ahí la facilidad de obtener la candidatura, el distrito por el que contendí, no se gana por el PAN. En efecto, los distritos ganadores son los más peleados y en su mayoría, tienen candidatos del sexo masculino. Esto no significa de ninguna manera que no haya algunos lugares para mujeres, claro, aquellas elegidas por las cabezas de alguno de los grupos, todos ellos hombres, que para defender su propio liderazgo negocian que ese lugar designado para una candidata mujer se otorgue a alguna de las mujeres de su equipo.

En 2015 decidí contender una vez más, por la vía plurinominal. En este año se estrenó la cuota del 50% - 50% en el país, lo cual necesariamente abría más posibilidades a las mujeres. Me invitaron a participar argumentando que una mujer con “un buen perfil” sería competitiva, tenía una larga militancia, ya había sido candidata en una zona ruda de la Ciudad, estudié una maestría en derecho internacional en el extranjero y durante 10 años he trabajado temas de derechos humanos.

Después de la contienda puedo decir que gracias a la cuota 50% - 50% hay muchas más posibilidades de obtener candidaturas que nos permitan posicionarnos, pero todavía no las candidaturas que nos hagan ganadoras. La cuota de género aumenta la participación política de las mujeres y como medida afirmativa con la característica de ser temporal, su objetivo en un periodo de tiempo determinado es lograr un piso parejo para que nosotras podamos acceder al poder en igualdad de oportunidades que el sexo masculino.

Es común escuchar como argumento en contra de la cuota de género, que permite llegar a las mujeres solo por ser mujeres, “deberían llegar las personas más capaces para el cargo sin importar si son hombres o son mujeres”. En realidad la política no es meritocrática y no necesariamente llegan los hombres o las mujeres más capaces y aún a las mujeres capaces, les sigue costando mucho más trabajo que a sus homólogos masculinos, llegar a estos puestos.

Es cierto que los avances en materia de igualdad de género dentro de los política han sido enormes, pero debemos reconocer que en las venas del sistema político mexicano sigue corriendo sangre masculina. Históricamente fue un espacio de ellos y ahora, siguen siendo en su enorme mayoría ellos, los que toman las decisiones dentro de los partidos, los que son los líderes de los equipos, los que se sientan a negociar.

Es por eso que la cuota de género tiene un trasfondo mucho más profundo, hoy por hoy, no se trata de que no haya mujeres lo suficientemente preparadas o capaces dentro de las militancias, el problema ha sido que aún habiéndolas no puedan acceder a los puestos, porque al final dependerá de lograr convencerlos a ellos de ser “las elegidas” para que nuestro nombre esté en la mesa de negociación. Claramente eso no quiere decir que nosotras nos podemos sentar a la mesa a negociar nuestro propio nombre.

La falta de mujeres preparadas para ocupar puestos de poder, es un mito que está superado. Aunque en una comparación porcentual entre hombres y mujeres con preparación académica y trayectoria profesional, es probable que sigamos siendo menos que ellos, eso no significa que no seamos las suficientes como para ocupar el 50% de curules que por ley nos corresponden.

Hoy agradezco a cada una de las mujeres que nos han abierto brecha y reconozco en cada una de ellas a una guerrera que de manera implacable ha abierto el camino para las demás. En este día internacional de la mujer, reflexionemos en la solidaridad y en la organización que debe existir entre nosotras para lograr una verdadera igualdad. Ahora seremos nosotras las que continuemos la batalla para las mujeres que vienen.

*Tania Espinosa Sánchez. Es abogada por la Universidad Iberoamericana, maestra en Estudios Legales Internacionales por The Fletcher School of Law and Diplomacy y directora general del Centro Jurídico para los Derechos Humanos.

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