Por Eduardo de Gortari Si por algo se distinguió el siglo XX fue por la magnitud de sus guerras: nunca antes un enfrentamiento bélico tuvo el potencial de barrer con toda la tierra, como la Guerra Fría. Y cuando las guerras no eran una amenaza para la humanidad, sí demostraban lo peor de ella, como Vietnam, o la Primera Guerra Mundial. Los conflictos se acabaron y quedaron historias: Por quién doblan las campanas de Hemingway, Sin novedad en el frente de Remarque; algunas de estas novelas bélicas fueron tan contundentes, que algunos optimistas aseguraron que nadie podría ir de nuevo a la guerra después de leer una novela como la de Remarque. Lo cierto es que los conflictos armados parecen renovarse con cada generación y si una guerra nos tocó ver a nosotros desde la televisión fue la Guerra de Irak. Pasaron diez años desde el inicio del conflicto para que un escritor hablara con eficacia del acontecimiento y ese es Kevin Powers.
La historia de Powers no es diferente a la de otras soldados de su tiempo o del pasado: su abuelo combatió en la Segunda Guerra Mundial; su padre, en Vietnam. Cuando decidió alistarse porque era la única forma en que podría acceder a la universidad (cuando te retiras del ejército, éste te paga tus estudios) todos le dijeron “no lo hagas”. Años más tarde volvería de Irak, estudiaría literatura y escribiría una novela poderosa, Los pájaros amarillos, que ahora edita en México Sexto Piso. En Los pájaros amarillos, Bartle, un jovencísimo soldado de 21 años es enviado a Irak. En el camino no sólo debe cuidar su pellejo sino que debe cuidar el de alguien más: Murphy, un soldado aún más joven del cual se hace amigo y protector más por lástima que por empatía. Juntos pelean en Irak y comparten batallas, entrenamientos, disputas, remordimientos.
Los pájaros amarillos fue elegido como el segundo mejor libro del año según Amazon, además de ser ampliamente elogiado por escritores de la talla de Tom Wolfe. Por su parte, a su autor, Kevin Powers, hay que reconocerle no sólo la elección del tema o la eficacia para construir una historia potente con sus vivencias, sino su estilo: una prosa que roza lo poético y que nunca pierde fuerza.
Contrario a lo que podría pensarse, Powers es el primero en admitir que su estancia en Irak fue absurda y que esa guerra fue un timo. Eso se aprecia con precisión en Los pájaros amarillos, un libro donde no hay héroes y los soldados que mueren no pronuncian discursos antes de morir.