Imágenes como las del 11M en Madrid y el Occupy Wall Street dieron la vuelta al mundo, nos gustaban y, de alguna forma, tenían un efecto aspiracional en nosotros. Jóvenes urbanos, del primer mundo, clase media, en su mayoría blancos, salieron a protestar. De cierta manera eso inspiró, queramos aceptarlo o no, a quienes les daba algo de vergüenza hacerlo en otros cuadrantes. También nos hizo cuestionarnos cosas: el papel de los bancos, sus alianzas con los gobiernos y la corrupción. Tiempo después algo nuevo sucedió en México, los estudiantes tomaron la palabra. Recuerdo a quienes se burlaban del 132 por haber nacido en la Ibero, por ser de los “fresas”. Trataron de restarle legitimidad a los mensajes que lanzaba el movimiento, como si las protestas fueran inexistentes y banales, por haber surgido en una universidad del privilegio.
A mi juicio, es positivo que se le vaya quitando, poco a poco, el estigma a las protestas. No por nada la Women’s March fue tan popular y asistieron actrices y cantantes famosas que no tardaron en subir su selfie a instagram; pero no podemos cerrar los ojos y caer en una especie de lavadoderechohumanero (formo la palabra inspirada en greenwash) que influye irreflexivamente en nuestros hábitos de consumo.
Hace unos días Alex Holder publicó en the Guardian una columna: “Sex doesn’t sell any more, activism does. And don’t the big brands know it”, en la que escribe sobre cómo, tras el #DeleteUber, Logan Green, el CEO de Lyft´s -la competencia de esta app- tuiteó que la compañía donaría 1 millón de dólares a la ACLU (La American Civil Liberties Union); el CEO de Starbucks escribió a su equipo solicitando la contratación de 10 mil refugiados y Brian Chesky de Airbnb dijo que la empresa se encargaría de proveer de un techo a las personas que no pudiesen entrar a Estados Unidos tras la Muslim Ban.
El target parece claro: gente de una clase media, urbana, que aspira a lo cosmopolita, abierta a platillos y viajes exóticos, con acceso a estudios universitarios, Instagram, comida orgánica, a favor de que las mujeres decidan sobre su cuerpo y que condenan los chistes homofóbicos. Lo mismo vive en Brooklyn que en la Roma, en Wicker Park que en Sternschanze. Ese joven, mal llamado hipster -pobre de la beat generation-, no votó por el Brexit ni por Trump, incluso si sus padres sí lo hubiesen hecho.
Holder cita más ejemplos: los anuncios buena ondita de Pepsi o a Dove y su conmovedor respeto por la diversidad de cuerpos de mujeres que nos hace olvidar que son parte del gigante Unilever, una corporación que también es dueña de Axe, una marca que en sus comerciales promete a los hombres ser perseguidos por delgadísimas modelos. Por si fuera poco, Unilever, contamina tierras del “tercer mundo” porque la impunidad normalmente está de su lado.
https://www.youtube.com/watch?v=nSal-ms0vcI
También habla de Kenko, una marca que “ayuda a la gente” de Honduras a no ser parte de una mafia y los entrena para cultivar café: no sé qué me incomoda más del video publicitario, lo asistencialista o la narrativa que se muestra del tercer mundo ante el ojo "civilizado", europeo.
Business is still business, dice Alex Holder, tiene razón, y el Super Bowl es un buen ejemplo. No estoy diciendo que no existan personas con buen corazón que creen que es importante que las empresas sean respetuosas de los derechos laborales -como ejemplo cercano pienso en Capeltic, el café que tomamos en la Ibero-, pero al menos debemos de hacernos preguntas cuando vemos un comercial en el espacio publicitario más caro del mundo, cuestionemos, pues:
Mi comercial favorito fue sin duda el de 84 Lumber: con lenguaje cinematográfico y una preciosa fotografía, cual la sección de cineminutos de ficción de algún festival, conmovieron mi cursi corazón pro migrante. No lo vi como una apología, sino como un anuncio con un mensaje firme en pro de la solidaridad entre las personas de distintos países. Me pareció lindo hasta que, a los minutos, mi monstruo interno, ansioso y cuestiona todo me hizo sospechar. Ni hablemos de la bandera yankee, empecemos por la puerta gigante y hermosa construída con madera -ellos, claro, venden este material- que recuerda a que Trump habló en su momento de una gran y hermosa puerta en su absurdo muro.
[embed]https://youtu.be/k9macFldFzw.[/embed]
https://youtu.be/nPo2B-vjZ28
La empresa desea poner outlets en un futuro en la costa oeste, y California, además de estar llena de migrantes latinoamericanos, siempre la ganan los demócratas. Por si fuese poco, la CEO de la compañía, Maggie Hardy Magerko, votó por Trump. ¿Agridulce, verdad? Latino Rebels también sacó una nota al respecto.
Sin duda fue un anuncio controversial y largo para un espacio publicitario tan caro -para verlo completo se ve en su página, saturándola de visitas- y hay quienes lo criticaron por apoyar a la migración ilegal -como si Estados Unidos no fuera un país formado por migrantes… pero eso es ya otro tema- y quizás algún señor furioso racista vaya a dejar de comprar en esa tienda, pero también es cierto que hicieron que el país entero hablara de una marca que no tiene porqué interesarle al grueso de la población, y eso ya es un éxito publicitario.
Otro anuncio muy bien producido fue el de Budweiser, quizás este fue más honesto porque habla de la historia de una marca estadounidense creada por emigrantes alemanes. En un minuto y un segundo, tiene una adecuada dirección de arte que parece sacada de películas como The Inmigrant (2013), Nuovomondo (2006) e incluso Gangs of New York (2002). Eso sí, puros hombres y algunas mujeres fuera de foco que no dicen ni una palabra… en la publicidad la chela sigue siendo territorio masculino.
Para curar la amnesia les recuerdan que de un barco bajaron los inmigrantes europeos (alemanes y también polacos, escoceses, irlandeses, italianos…hasta la familia de Trump migró) y con buen trabajo de vestuario y escenografía demuestran que la migración es importante para crear cosas nuevas. Lástima que esa cerveza ni me guste, pensé.
El de Audi va mucho en la tónica de la Women’s March, una niña tomando un espacio tradicionalmente masculino -eso sí, con la aprobación paterna-. Supongo que varias nos sentimos identificadas con esa niña -más en la era de Trump o del presidente que “no es la señora de la casa”- además la corrección de color y la utilería provoca una sensación cálida y cierta nostalgia“vintage”.
https://www.youtube.com/watch?v=G6u10YPk_34
Pero los protagonistas del anuncio (y la mayoría de los actores) tienen un fenotipo, son personas blancas. Me hizo recordar a una pancarta que vi en las fotos de las pasadas marchas: “feminism without intersectionality is just white privilege” (feminismo sin interseccionalidad es solo privilegio blanco).
Entiendo que es un anuncio y no puedo ser una intensa y criticarlo todo, pero al final Audi es una marca de lujo y mezclar lujo y un solo fenotipo levanta sospechas, aún más si se trata de una empresa que en sus antecedentes utilizó a prisioneros de los campos campos nazis de concentración como mano de obra. Exigir que nos paguen lo mismos que a un hombre por hacer un trabajo igual es importante (equal pay for equal work), pero también las estadísticas demuestran que la brecha salarial entre las mujeres afroamericanas o latinoamericanas es fuerte en comparación al de las mujeres blancas.
Hay uno más simple, con jingle, más colorido, menos bonito, pero efectivo. Aguacates mexicanos, yomi. Jon Lovitz en el papel de hipnotizador hace que se te antoje un delicioso, sano y mexicano guacamole. México es un buen país, le ha dado al mundo una magnífica grasa vegetal que tiene un nombre que viene del náhuatl. Al final si hemos sido un foco de ataques continuos: bad hombres, narcos, violadores, criminales... al menos tuvimos una aparición más positiva y superficial con los “avocados from Mexico”. El delicioso fruto que los estadounidenses no desean que suba de precio por el alza de los costos de la exportación.
https://www.youtube.com/watch?v=5t3ToGdVV7I
Airbnb no necesitó más de 30 segundos. We accept, el aceptar la diversidad de orígenes, fenotipos, orientación sexual y credo es lo que hace al mundo un lugar hermoso… con tan bello mensaje casi se me olvida el “efecto Airbnb”. A diferencia de Audi, aquí sí aparecen colores distintos de piel, pues sirven para el caso. Las tomas de rostros de distintas edades, pero sobre todo jóvenes adultos hace que un comercial simple mande un mensaje claro: la diversidad es buena, sobre todo para una empresa que se dedica al turismo.
https://youtu.be/5qUTYHnLz2g
Hubieron muchas críticas, por supuesto. No es la primera vez que la gente se asusta porque el super bowl sea político, me sorprende porque en los estadios estadounidenses cantan el himno y hay presencia del ejército de un modo ceremonial -recuerdo cuando le aplauden a los veteranos-, Beyoncé el año pasado salió a cantar Formation con un grupo de bailarinas vestidas como Black Panters, se le aplaudió y se le criticó. Al final se habló de ella y de las bailarinas y eso es ya un éxito. Probablemente los publicistas de estos millonarios anuncios lo tuvieron presente.
Pero no olvidemos a las bailarinas después del show del medio tiempo, con puño en alto y una de ellas sosteniendo una pancarta. Se habló sobre la ropa de Beyonce, de lo bien que baila, de lo guapa, que si casi se cae, que si no, al final todo lo que se dijo es prescindible… pero el mensaje de la cartulina no: Justice 4 Mario Woods. Mario Woods, un joven afroamericano murió asesinado tras recibir 20 tiros de la policía. El caso de Woods no es uno aislado, los abusos policiales, que acaban en algunos casos con la muerte, son una constante en Estados Unidos (a Eric Garden lo asfixió un miembro de las “fuerzas del orden”, a Michel Brown le disparó otro, tenía 18 años… la lista sigue).
Es necesario que la sociedad estadounidense no se quede callada ante la violencia machista y ante el racismo, que griten fuerte que las black lives matter. Es importante tomar la palabra para exigir una sociedad más justa en cualquier parte del mundo. Pero como todo, podemos caer en momentos de no reflexión que pueden llevar a equivocarnos y aunque nuestras demandas sean legítimas, a veces la ingenuidad puede resultar ser nuestro peor enemigo -a mí me pasa-. En términos muy generales la gente joven -por no decir millennials, palabra tan gastada- somos más sensibles a temas de derechos humanos y no votamos por quienes tienen un discurso de odio, racista u homofóbico. Pero también nuestra generación no deja de ser consumista -aunque nuestros sueldos sean menores que los que tuvieron nuestros padres a nuestra edad-, supongo que lo que nos queda es ser, a medida de lo posible, más suspicaces y responsables con lo que consumimos.
https://www.youtube.com/watch?v=tnyyPDpg1Fk