Mark Hollis: la interminable trascendencia
Mark Hollis ya había trascendido antes de su muerte, el pasado 25 de febrero. Pasó de ser un icono de la era synth-pop, junto con sus compañeros Lee Harris y Paul Webb del grupo Talk Talk, a crear un género musical amplio y meditativo que la crítica clasificó como post-rock (piedra angular para Tortoise, Godspeed You Black Emperor!, Sigur Ros y Mogwai).
Aún recuerdo la primera vez que escuché Spirit of Eden, el cuarto disco de Talk Talk, a través de unas grandes bocinas de una sala de concierto, previo a una presentación de Robyn Hitchcock & The Egyptians en San Diego hacia 1988. Sentí en ese momento que el mundo había cambiado y que estaba escuchando el preámbulo a un espacio mayor.
Nunca hubo desperdicio en los primeros dos discos de Talk Talk, que fueron soundtrack fundamental en la era New Wave, en la primera mitad de los 80’s. “It’s My Life” sigue siendo himno para cantar y meditar, jamás perdió fuerza por su gran afirmación y urgencia a la vida de uno mismo, trascendiendo también la plasticidad de la mayoría de los hits de la época.
El disco transicional de Talk Talk, el excelente The Colour of Spring, de 1986, que desechó sintetizadores y sonidos de su primera era, también tiene otro definitivo himno a la auto determinación de la vida, “Life’s is What You Make It”. Estéticamente también integran de manera decisiva una apreciación a la naturaleza en sus videos y arte gráfico, una tendencia que acompañaría las portadas de Talk Talk en sus siguientes dos producciones.
Pareciera que ya para estas fechas, Hollis y compañía ya vivían en otro mundo, invitando a ser parte de él mediante una majestuosa producción titulada Spirit of Eden en 1988. Aquí Hollis y compañía una vez más volvían a trascender, dejando muy atrás los preceptos básicos del rock y llevando su composición a un lento ascenso espiritual mediante elementos de dub, jazz y música clásica.
Pero fue el breve uso de esos elementos, el silencio, la pausa y la meditación lo que hizo de esta obra un trabajo que con el tiempo ha cobrado mayor riqueza. En su momento el disco fue considerado un fracaso comercial y el grupo fue olvidado por su disquera.
El quinto y último disco de Talk Talk, en 1991, Laughing Stock, editado en el legendario sello de jazz Verve, fue la suma total de esa búsqueda musical, un refinamiento de Spirit of Eden llevado al siguiente nivel, subvirtiendo la consecuencia del sonido en caos y calma, en ruido y plenitud, todo al mismo tiempo.
La voz de Hollis, frágil y hermosa a la vez, meditando sobre espiritualidad y post-vida, como pasajes bíblicos apócrifos que son leídos por primera y última vez.
Es impresionante ver cómo la muerte de Mark Hollis añade una capa extra a esta bella manifestación, en letra, música y vida.
Hoilis regresó para despedirse en 1998 con su disco epónimo, que siguiendo el esquema de los últimos dos discos de Talk Talk, pero en formato acústico, fue su revelación musical final. Aquí Hollis dejaba en claro que el silencio que ocupa mucho del espacio de esta grabación sería emulado en vida por él mismo.
Este proceso de desprendimiento del mundo musical, para dedicarse a su familia, y suponemos, a una apreciación amplia de la naturaleza y la vida misma, fue una de las más bellas despedidas de un músico al mundo. Muy dentro de nosotros, sabíamos que la próxima vez que supiéramos de Mark Hollis no iba a ser por música nueva o por la reunión de Talk Talk, sino por su trascendencia final a otro plano existencial.