La fiesta del "tocho"

La fiesta del "tocho"

Foto: Omar García Cosio

Foto: Omar García Cosio

El centenario: motivo histórico de celebración. La obsesión de los números redondos y más, por las tres cifras. Es un umbral que denota sabiduría, que constituye el paso para constituir una leyenda, razones obvias para mantener una celebración.

Para México, los centenarios y bicentenarios significan eso: un espacio de comunión entre el ente que celebra y aquellos que se unen a la fiesta. Otro término casi endémico. Nadie festeja, ni con la intensidad, ni con tanto pretexto. 

En este contexto, la NFL regresó a la capital del país, después del letargo de dos años. Esta vez, el pasto lucía una grama que ya no se entregaba a los espacios alejados de la clorofila intensa. En las esquinas, era un escenario similar: Los Ángeles ante Kansas City. El contexto, diferente. 

La celebración de los 100 años traía a dos equipos que en un principio constituyeron una amenaza para la NFL, aunque también es cierto que son dos conjuntos con historia a sus hombres. Por una parte, los Chiefs: Lamar Hunt. El soñador que constituyó la American Football League y que retó a la otra liga en 1966 a un duelo definitivo que hoy, 54 años más tarde, el Super Bowl sea todo menos “sólo un partido”. 

Del otro están los Chargers que nacieron en LA y emigraron a San Diego en 1961 donde encontraron arraigo por más de 50 años y de la mano de Sid Gillman, uno de los genios indiscutibles del deporte y gente como Dan Fouts y Kellen Winslow han brindado chispazos de color, aunque sin poder convertirlos en plata. 

Foto: Omar García Cosío

Foto: Omar García Cosío

El ambiente: contundente. Este es un país de futbol americano, que lo entiende y lo vive. Aquí es “Tocho”, así se juegue tacleado. Chiefs y Chargers tomaron un capítulo más en la rivalidad que los pone dos veces al año enfrente y con 77 mil 500 almas dentro del Coloso, el balón voló en el campo. 

Lento. Un ritmo que apenas movía las cadenas, aunque con cierta facilidad para Los Ángeles, quienes finalizaron con 121, pero el balón nunca se pudo acomodar después de tocar la franja de la zona roja. El primer cuarto tuvo apenas 100 yardas entre Philip Rivers (85) y Patrick Mahomes (15), mariscales que saben poner números a su causa. Pero en las cifras que importan, sólo Michael Badgley encontró tres puntos en un intento de 27 yardas después de una interceptó al MVP reinante. 

Ya en el segundo cuarto, con el control del terreno, el brazo de Rivers se abrió y con ello, respondió a la cortesía de Mahomes: intercepción. Por el contrario, la defensiva “local” apretó y el cero seguía para la causa de Kansas City. Una serie más tarde, el 17 de los “Bolts” volvió a poner el ovoide en manos de los finalistas de la Conferencia Americana. Este termino en la yarda seis del otro terreno. Apenas un down después, LeSean McCoy rompió la sequía en las diagonales casi en tributo a los orígenes del deporte: el contacto. La fantasía aérea llegó después. KC 7-3 LAC. La respuesta de los californianos llegó de una forma discreta. En dos posesiones los puntos entraron por la misma vía que en el primer periodo: la pierna de Michael Badgley. 10-9 al descanso. 

Tercer cuarto: Kansas City con el balón. Cadenas que se entregaban a la eficiencia de uno de los ataques más prolíficos en el circuito. La tierra, de nuevo la herramienta. Incluso el 15 de la “Tribu” fue quien atravesó el campo propio al ajeno y convirtió la jugada de la serie. Con el mismo ritmo,  Darnell Williams atravesó de nuevo el plano imaginario y de nuevo los herederos de Hunt, sumaron de a siete: Chiefs 17-9 Chargers. 

Foto: Omar García Cosío

Foto: Omar García Cosío

El control ahora pertenecía a los “visitantes”. El control de yardaje de los primeros cuartos se fue desmoronando en el esquema defensivo de los Chargers y ya en territorio de gol de campo, Mahones soltó el brazo y conectó con Travis Kelce: otro clásico para poner el 24-9 a su favor.

Pero la fortuna puede cambiar de parcialidad apenas con un guiño y dos interferencias de pase abrieron paso al regreso: Rivers conectó con Keenan Allen y se pusieron a nueve unidades. Y en un gesto más osado para probar que la Diosa volteó su sonrisa de lado, una conversión de dos puntos convirtió el juego en duelo de una posesión para aspirar al empate. 

El clima se tensó: 15 minutos por jugar y sólo siete puntos de diferencia. Duelo divisional. Más no se puede pedir en temporada regular. Contestaciones: patadas de despeje. En múltiples ocasiones. Las defensivas volvieron a tomar el entorno del Azteca.

Con la constancia del balón en vuelo gracias a la pierna de los pateadores, el clímax se vislumbró casi tangible. Yarda 17 en su propio terreno. Los Chargers tenían cuatro minutos y medio para hacerse con la igualada. Sin embargo, en otro vuelco de la suerte, Rivers lanzó su tercera entrega del cotejo y Kansas City sólo necesitaba mantener el balón dentro del terreno y en su poder para conseguir su séptima victoria del año. Las piernas del Jugador Más Valioso, de nuevo, se convirtieron en la clave. 1o y 10 que borraron los tiempos fuera de los angelinos.

La sonrisa de la fortuna, por otro lado, se reservó para el final. Si bien el cronómetro ya no podía pararse, el balón le regresó al conjunto californiano con dos minutos en el reloj. La ofensiva azul comenzó el avance y llegaron a la zona de puntos. Clímax total.

El final, con la tendencia del partido: el error. Cuarta intercepción para Philip Rivers y por séptima ocasión en el año, los Chargers perdieron un partido por siete puntos o menos. Para Kansas City era la consolidación de su primer lugar en la división de cara al duelo con Oakland en dos semanas.

Así, la fiesta llegó a su fin en 2019 con ese sabor a tradición, a historia… a “tocho”.




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